En la columna de la semana pasada https://03442.com.ar/2022/01/columna-de-astronomia-orion/) comentamos que íbamos a tratar el tema del porqué de las letras griegas en los nombres de las estrellas; bien, desde las primeras cartas talladas en colmillos de mamut hace 32.500 años y las primeras constelaciones registradas en cuevas francesas de 17.300 años de antigüedad, los humanos han creado una variedad de interpretaciones del cielo nocturno.
Hasta el siglo XVII los catálogos de estrellas usaban descripciones verbales para describir la ubicación de las estrellas dentro de las 48 constelaciones clásicas del famoso astrónomo y escritor griego Claudio Ptolomeo (circa año 150 de nuestra era). Sin embargo, este sistema conducía a constantes errores y malas interpretaciones de las posiciones de los cuerpos celestes.
Es decir, durante 1600 años la ciencia astronómica estuvo utilizando conceptos y datos sin avanzar un ápice !!
Así es como a finales del siglo XVI, un joven alemán llamado Johan Bayer nacido en Rain (Baviera) en 1572, y muerto en Augsburgo en 1625 se trasladó a Augsburgo con el propósito de ejercer la abogacía, carrera universitaria que había estudiado.
Pero como tantos otros estudiosos del momento, los cielos le atraían irremediablemente. La astronomía era la ciencia del momento, y al estudioso le obsesionaba la precisa posición de los objetos con respecto a la esfera terrestre.
Bayer fue el primero que tuvo la idea de indicar las estrellas de las constelaciones por medio de las letras del alfabeto griego, empezando por alfa (la primer letra del alfabeto griego, equivalente a nuestra “a”) para la más brillante de cada constelación y utilizando las demás letras para las demás estrellas en orden decreciente de luminosidad.
Así es como en 1603 Bayer y el artista Alexander Mair publicaron la primera edición de Uranometría, era un atlas compuesto por 51 placas de cobre grabadas con constelaciones celestiales.
El título completo se traduce como «Uranometría, que contiene mapas de todas las constelaciones, dibujados con un nuevo método, grabados en placas de cobre», fue aplaudido tanto por su precisión como por su belleza.
Los intrincados grabados de las constelaciones de Mair desafiaron la estética de las cartas astronómicas, mientras que la catalogación y las clasificaciones de Bayer fueron ampliamente aceptadas por la comunidad científica.
Se dice que el atlas es el primero en capturar la esfera celeste completa, agregando 12 nuevas constelaciones y llenando las faltas del hemisferio sur que solo se había documentado previamente en unos pocos globos costosos.
Como se cometa en un párrafo anterior, en “Uranometría” el autor amplió la lista de las 48 constelaciones de Ptolomeo con 12 más y asignó a cada estrella visible una letra del alfabeto griego en orden por su luminosidad.
Hoy en día esta catalogación se ha extendido a más de 1300 estrellas.
Desde una perspectiva descontextualizada, lo que más llama la atención en estas atractivas imágenes es la increíble imaginación que debieron tener los autores para asignarle esas formas a estos asterismos (ver la columna de la semana pasada por el término) que, seamos sinceros, no se parecen casi nada a la forma que les da nombre.
En la siguiente ilustración de éste libro vemos la constelación de Orión (que tratamos la semana pasada), en ella, queda plasmada la imaginación del ilustrador y si pone atención en la misma se ve la estrella con la letra “alfa orionis” (“α”) que es Betelgeuse (tratada en la columna el https://03442.com.ar/2021/12/columna-de-astronomia-comparaciones-entre-estrellas-betelgeuse/ ) y la “beta orionis” (“β”) que es Rigel (tratada en la columna https://03442.com.ar/2021/12/columna-de-astronomia-seguimos-con-la-comparacion-entre-estrellas-rigel/ ):

La Biblioteca del Observatorio Naval de Estados Unidos tiene imágenes en alta resolución de un ejemplar de 1661: https://www.usno.navy.mil/USNO/library/historical/images-of-historical-objects-artwork-in-library/rare-books/images/bayer2
La representación del cielo de Bayer incluía más estrellas que las cartas anteriores. Usó una base de 1 005 estrellas observadas por el astrónomo danés Tycho Brahe, quien fue elogiado por sus documentaciones astronómicas precisas y completas, y agregó 1 000 estrellas adicionales que había trazado en su sistema de clasificación así: alfa es la estrella más brillante en una constelación, beta es la segunda, y así sucesivamente.
Las estrellas están cuidadosamente grabadas en una cuadrícula con márgenes calibrados para cada grado, lo que permite leer las posiciones de las estrellas a una fracción de grado de los márgenes utilizando una regla.
Otro logro de Uranometría, es que también registra fracciones aproximadas de la Vía Láctea, mostradas como una columna ondulada moteada, una característica única de un atlas de estrellas temprano. Los estudiosos hasta ahora han encontrado 31 láminas que muestran partes de la Vía Láctea y continúan estudiando el trabajo de Bayer para comprender de dónde obtuvo estos datos.
Si bien el atlas tiene siglos de antigüedad, las entidades dentro de las tallas siguen siendo relevantes en la actualidad. Los críticos de arte y los historiadores han considerado que el libro es un esplendor; Philip Hofer, autor de “Ilustración de libro barroco” critica el libro diciendo: “es un ejemplo de excelente ilustración astronómica».
Aún hoy se practica el sistema de clasificación de estrellas de Bayer.
Y de Uranometria y su representación de los cuerpos celestes es el primer texto que se considera científicamente utilizable, es uno de los primeros intentos exitosos de sistematizar la ciencia, de lograr que todos los que integran ésa ciencia tengan una forma estandarizada de conceptos.
Como siempre, invitamos a seguirnos a través de nuestras redes para estar al tanto de las actividades referentes a esta hermosa ciencia; en face: astroamigos Concepción del Uruguay ó astroamigos Colón y en insta astroamigos_cdelu.
Hasta la semana que viene !




