15 de septiembre de 1955 – A 70 años del Golpe de Estado – La caída de Perón


 

Producido el golpe militar del `43 que pone fin a la llamada “Década Infame”, Juan Domingo Perón asume primeramente el Departamento de Trabajo y Previsión Social,  y luego el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia de la Nación,  desarrollo un política en favor de la clase obrera, mejorando sus condiciones  laborales,  regulando el merecido descanso , la jornada laboral, entre  otros beneficios que lo hicieron convertirse en un líder popular, esto generó malestar en la cúpula militar y fue desplazado y encarcelado, el pueblo convocado por la dirigencia sindical y su compañera Eva Duarte (Evita) produjeron  el mítico 17 de octubre de 1945, liberándolo del presidio y catapultándolo a  la Presidencia de la Nación al año siguiente.

Proclamó la Doctrina Nacional Justicialista, con tres lineamientos básicos: Justicia Social, Independencia económica y soberanía política. Llevo una política de impulso al desarrollo industrial, lo que generó nuevas y mejores oportunidades de  trabajo, sentando las bases de la denominada “movilidad social ascendente”, incorporando a los desocupados al mundo del trabajo y elevando a muchos de estos  a la clase media, planificando  la políticas del estado a través de sus planes  quinquenales  Estas medidas  y un estilo político duro y sin concesiones lo llevaron a enfrentarse con las clases dominantes y los factores de poder al tiempo que  llegaba a la idolatría en los sectores más  humildes. El 16 de junio  de 1955 en un intento de derrocamiento las masas populares que lo apoyaban fueron bombardeadas y masacradas en Plaza de Mayo, la asonada fracasó pero la suerte estaba echada, en septiembre de ese año fue depuesto y partió al exilio.

El símbolo del 17 de octubre

Desde la secretaria de Trabajo y Previsión, Perón desarrolló una vasta tarea en favor de la clase trabajadora que hasta ese momento eran poco menos que esclavos asalariados, con algunas ideas propias y otras de raigambre socialista, mejoró notablemente las condiciones  laborales y su imagen se afianzó como la de un líder propicio a los cambios necesarios para la hora. Su accionar provocó la reacción de algunos sectores de la cúpula militar y sus aliados, que pretendían que la situación política del país siguiera más o menos como antes del golpe del 43, haciendo negocios a costa del estado y con las clases bajas sometidas. Perón fue destituido de sus cargos y encarcelado, sin embargo  las dirigencia sindical no estaba dispuesta a perder las conquistas alcanzadas y fue por el rescate del  coronel al que ya identificaban como su líder.  Hay quienes sostienen que la del 17 de octubre fue una manifestación casi espontanea, pero la coordinación entre una amplia red sindical se hizo evidente por la cantidad de personas que se movilizaron, no sólo en Capital Federal, sino en diversos puntos del país. Esta interpretación no quita relevancia a las masas obreras, cuya agitación y convicción sorprendió incluso a los mismos dirigentes sindicales, sino que restablece la importancia que tuvo la coordinación del sindicalismo en los días previos, el 16 de octubre se reunió el Comité Central Confederal y acordó llamar a una huelga general para el 18 de octubre. Pero la CGT no era la entidad representativa que fue años después, y los sindicatos aceleraron la movilización para el día 17.

Ante  tamaña movilización popular, el régimen cedió; Perón liberado habló esa misma noche desde la Casa de Gobierno , en principio para calmar los ánimos, tenía la intención de luego de ser liberado, casarse con Evita y abandonar Buenos Aires, pero  el compromiso del pueblo para con el hizo que rápidamente cambiara de idea, formó el partido Justicialista, lanzo su doctrina política y se encaminó a la presidencia de la Nación, donde su característica más importante fue la planificación de la acción en todas la áreas del estado expresada en sus planes quinquenales; desde el proyecto de la generación del 80,  el país no tenía ni  planificación, ni políticas de estado, más allá de algunas buenas y destacadas iniciativas, tampoco la volvería a tener después de Perón. Con sus características propias, con las adhesiones y críticas que se puedan hacer sobre estos dos momentos del país, la coincidencia entre  ellos es que la Nación tenía un rumbo claro con objetivos y metas precisos. Las elecciones presidenciales de Argentina de 1946 se llevaron a cabo el 24 de febrero, siendo las últimas elecciones  en las que solo los varones tuvieron derecho a voto, antes de establecerse el sufragio universal de hombres y mujeres en 1947.

Perón presidente

El primer período presidencial de Juan D. Perón se extendió entre el 4 de junio de 1946 y el 4 de junio de 1952. Entre las acciones más destacadas se encuentra la conformación de un extenso Estado de Bienestar, con eje en la creación del Ministerio de Trabajo y Previsión Social y la Fundación Eva Perón, una amplia redistribución de la riqueza a favor de los sectores más postergados, el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres, una política económica que impulsó la industrialización y la nacionalización de sectores básicos de la economía y una política exterior de alianzas sudamericanas apoyada en el principio de la tercera posición. Al iniciar su primer período como presidente de la Nación el general Perón elaboró un Plan Quinquenal que tenía como objetivo transformar la estructura económica del país. Fue la primera planificación para el desarrollo económico y social de la Argentina. Fue anunciado por primera vez el 30 de Septiembre de 1946, y posteriormente en su mensaje al Congreso Nacional del 19 de octubre de 1946.

Objetivos:

Transformación de la estructura económica y social.

Rescate de la Deuda Externa.

Nacionalización de los Servicios Públicos.

Redistribución de la Riqueza.

Crecimiento del salario real.

Plan de Obras y Servicios Públicos en Sanidad, Educación y Vivienda.

Disminuir el DTI (Deterioro de los Términos de Intercambio)

Acelerar la capitalización industrial.

Incrementar el mercado de consumo interno.

 

El extenso Primer Plan Quinquenal constaba de tres grandes áreas: Gobernación del Estado, Defensa Nacional, y Economía.

En el mismo período se realizó una reforma constitucional que sancionó la llamada Constitución de 1949, en la cual descolló el constitucionalista entrerriano Arturo Sampay.

En 1952 fue reelegido por amplia mayoría

La reacción de la oligarquía

La primer asonada  militar en contra de Perón es un intento de derrocamiento en 1951 encabezado por el Gral. (RE) Benjamín Menéndez   apoyado por elementos de la tres fuerzas armadas, que si bien fue abortado y  condenados o sancionados un número de unos 200 oficiales, no impidió que otros siguieran conspirando ya no solo con la idea de derrocarlo sino también de asesinarlo, así  sucesivamente se planificaron  acciones para concretar sus propósitos en los años 1951  y 1953 fracasando todas, ocupando el principal rol la marina donde Perón no tenía casi adeptos.

Menéndez conto con el apoyo del capitán de navío Vicente Baroja, el brigadier mayor Guillermo Zinny y el brigadier Samuel Guaycochea, y los jóvenes oficiales de caballería, incluyendo a Alejandro Agustín Lanusse, Julio Rodolfo Alsogaray, y Tomás Sánchez de Bustamante. El golpe, ejecutado poco antes de las elecciones presidenciales de 1951, incluía varias unidades de la 1. ª División Blindada  con asiento en Campo de Mayo. Sin embargo la intentona no  recibió el apoyo de los suboficiales, produciéndose un tiroteo en el cual cayó muerto el cabo Miguel Farina por las fuerzas golpistas. De los 30 tanques, sólo pudieron movilizar a siete — probablemente por sabotaje de los suboficiales — que antes de llegar a la salida otros cinco tuvieron desperfectos y quedaron abandonados. En un segundo plano estaban los oficiales Larcher, Guglialmelli, Álzaga y el ya nombrado capitán de navío Vicente Baroja. Benjamín Menéndez convocó a una reunión secreta para transmitirles a referentes de la oposición los pasos a seguir: asistieron Arturo Frondizi de la UCR, Américo Ghioldi, Horacio Thedy en representación de los Demócratas Progresistas y Reynaldo Pastor. La intentona golpista fracasó y terminaron rindiéndose a las fuerzas constitucionales encabezadas por el comandante en jefe del Ejército, teniente general Ángel Ovidio Solari.

En 1953 el capitán de fragata Jorge Alfredo Bassi se embarcó en el rutinario viaje de instrucción de la Flota de Mar, durante el cual tuvo la idea de atacar la Casa Rosada de la misma manera que los japoneses habían atacado Pearl Harbor. Mediante amigos comunes solicitó al general Eduardo Lonardi su ayuda pero este hizo caso omiso. El 15 de abril de 1953 se produce un ataque terrorista que consistió en la detonación de dos bombas mientras se realizaba un acto sindical organizado por la Confederación General del Trabajo  en la Plaza de Mayo. Como resultado murieron seis personas y más de 90 quedaron heridas y 19 mutilados, siendo considerado este un primer ensayo para el posterior bombardeo a Plaza de mayo de junio de 1955 y del golpe de septiembre del mismo año. Luego del Atentado de 1953 se reactivó la conspiración e incluso se elaboraron dentro de la Marina varios planes que bajo la apariencia de ejercicios de guerra tenían como finalidad prepararse para un futuro golpe. Tras el golpe de Estado de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón fueron amnistiados por la dictadura llamada “Revolución Libertadora”.

Tras los fracasos mencionados lejos de cesar en sus intentos siguieron preparando acciones para dar un golpe de estado. El empresario Raúl Lamuraglia, financista de  las campañas electorales de la fuerzas opositoras, compro un avión bombardero en E.E.U.U. y lo trajo al Uruguay para ejecutar la acción desde el país vecino, consiguió el apoyo del presidente Batlle Berre,  otro empresario argentino Gainza Paz, y cruzo  a Buenos aires donde se contactó he incorporó al complot a opositores entre ellos el político Miguel Ángel Zavala Ortiz, el intelectual Américo Ghioldi, Jaime Mejía, Mario Amadeo y el abogado Luis María de Pablo Pardo,  Mariano Grondona, Carlos Burundarena, Santiago de Estrada, Rosendo Fraga, Felipe Yofré y Marcelo Sánchez Sorondo y  por supuesto a militares, un sector de la fuerza aérea el más entusiasta, sin embargo sería en el ejército donde encontrarían poco eco, ello les retraso los planes mientras seguían haciendo contactos y lograban comprometer en la acción a infantes de marina liderados por su comandante Samuel Toranzo Calderón y posteriormente al jefe de la 2ª división de ejército Gral. Bengoa, otros grupos de civiles y algún sector de la curia metropolitana les dio su bendición, sobre todo luego del enfrentamiento entre sectores ultra católicos y fanatizados del peronismo  que se produjo tras la procesión de Corpus Cristi del 11 de junio.

El jueves 16 de junio  a las 9.30 el presidente se reuniría con todo su gabinete y ese fue el momento  considerado oportuno, Toranzo Calderón  llamaría a  las 10 para intimar la rendición y de inmediato comenzar el ataque  con sus fuerzas de infantería y de la aviación naval, era la oportunidad de matarlos a todos, algunas unidades del ejército  avanzarían por orden de Bengoa y  la fuerza aérea tenía como misión neutralizar la  reacción de la CGT , de esa forma al propósito inicial de derrocar y matar a Perón, le sumaban el de producir una masacre que evitara todo tipo de reacción.

El ataque de los aviones navales fue furibundo, y desde el ministerio de marina se tiroteo la casa de gobierno, como así también desde  las terrazas de otros  edificios, comandos civiles hicieron lo propio, el histórico regimientos de Granaderos a Caballo fiel sus tradiciones honro su historia con una defensa estoica, es justo mencionar que entre sus soldados conscriptos había varios entrerrianos, en tanto que la fuerza aérea desde la base de Morón  envió sus unidades a interceptar  las de la aviación naval, logrando derribar uno de ellos,  pero al momento de su aterrizaje sus pilotos fueron apresados  y remplazados por otros sublevados , la CGT convoco al pueblo a la plaza a defender el gobierno,  esta resistencia inicial le permitió al ministro de guerra Gral. Lucero organizar la defensa y  por la tarde sofocar completamente el golpe, acciones que contaron con la participación de un gran número de obreros acompañando al líder.

Los sublevados en su mayoría huyeron vía aérea al Uruguay, (más de  30 aviones se  llevaron), no  lograron el propósito de derrocar y matar a Perón, pero si produjeron  la masacre que pensaban, aún hoy no se sabe el número exacto de muertos, fueron detenidos varios conspiradores, entre ellos Rafael Videla, Suárez Mason, Bignone, Díaz Bessone, Harguindeguy, Menéndez, Montes, Riveros, Nicolaides, Suárez Nelson, Villareal, Vañek, Etchecolatz, Guañabens, y Lambruschini, nombres que estarían ligados a otros golpes militares futuros y que sobretodo  serian la cúpula del último y más trágico de todos, si bien algunos fueron juzgados y condenados por  la asonada, sus penas le fueron conmutadas  tras el golpe del 16 de septiembre de ese mismo años y junto a los que huyeron fueron reincorporados en sus cargos. La noche  de ese 16  fue trágica también, las huestes más fanáticas del peronismo atacaron la curia porteña e incendiaron varias iglesias en represalia, hay que resaltar que los aviones atacantes del pueblo llevaban pintados en sus fuselajes y alas la v de la victoria enmarcando un crucifijo y la leyenda “Cristo vence”, En el año 2008 la Cámara Federal  Buenos Aires califico los crímenes del 16 de junio de 1955 como de lesa humanidad, pese a esto el juez Canicoba Corral archivo la causa, pues consideró que solo buscaron matar a Perón.

Sucedió la “Revolución Libertadora” y en septiembre de 1956, en la localidad de Saavedra se realiza un homenaje a tres miembros de la aviación naval que habiendo participado de la masacre de junio del año anterior al producirse el golpe que derrocaría a Perón  se presentaron en la base  Comandante Espora  y fueron derribados  cuando intentaron volar había Buenos Aires para repetir el genocidio, entre los presente un joven escritor Rodolfo Walsh que escribía para la revista “Leoplan” bajo el seudónimo de Daniel Hernández, en ese medio  y con el título de “ A un año de la gloria y de la muerte – AQUÍ CERRARON SUS OJOS “  realza y vanagloria en un tono épico y hasta romántico  el accionar de los aviadores navales atacando a la muchedumbre de civiles en junio del `55 en una parte en que se refiere al momento de su  abatimiento dice textualmente “»Estivariz, Irigoien y Rodríguez no alcanzaron a ver el triunfo. Ninguna apreciación serena de la gravísima situación militar les hubiera dado base para sospecharlo. Y, sin embargo, estamos seguros de que les habría bastado, para intuirlo con la tranquila certeza de los héroes, la mera conciencia del valor alucinado que les crispaba las manos en torno a los comandos y las armas de una máquina que vertiginosamente los conducía a la muerte».

Esta documentación “incómoda” quizás, expresa también el deseo frustrado  del escritor de ser piloto naval, sueño que concretó su hermano Carlos quien llego a ser comandante de dicha aviación y quedaron mencionados en el expediente judicial  cuando su viuda se presentó para reclamar ante la justicia por su cadáver en el año 1977.

Tiempo después  conocería a un sobreviviente de los fusilamientos de José León Suarez y  escribiría “Operación Masacre” lo que le valió  cierta simpatía  del peronismo y hasta que algunos lo consideraran parte del mismo pero lo cierto es que nunca lo fue, el mismo sostenía “No soy peronista, no lo he sido ni tengo intención de serlo… Puedo, sin remordimiento, repetir que he sido partidario del estallido de septiembre de 1955”.

La tragedia se repitió  de la forma más cruenta en 1976,  y Rodolfo Walsh, esta vez, fue una de las tantas víctimas del terrorismo de estado.

Si bien el golpe fracaso nuevamente, la oligarquía seguiría conspirando, aun cuando se  dieron de baja a 79 marinos y 26 aeronáuticos que habían participado del ataque y que se encontraban prófugos en Uruguay. Al anochecer del 16 de junio de 1955, tras el fracaso de los bombardeos aéreos sobre Buenos Aires, Marcos Oliva Day, su hermano Arturo -asesor de Arturo Frondizi,- Arturo Rial, Garzoni, Rojas, Sadi Bonnet, Carlos Pujol, Juan Carlos Duperré, Jorge Gallastegui, Jorge Palma y Carlos Sánchez Sañudo y Dellepiane fueron puestos en disponibilidad por su participación de los bombardeos y ametrallamientos, esta situación los dotaba de tiempo libre para conspirar contra el orden constitucional, juntos planearon una nueva intentona golpista para septiembre desde calle Florida, donde funcionaba la Dirección de Personal Naval. En tanto Jorge Perren, se reúne en secreto junto a Isaac Rojas y Aldo Molinari quienes se pliegan a los planes del golpe.

 

Septiembre del 55

Previamente el 10 de agosto se dictó el fallo contra el almirante Toranzo Calderón y quienes lo acompañaron en el bombardeo de Plaza de Mayo. Por intervención del presidente Juan Domingo Perón, Toranzo no fue condenado a muerte: fue degradado y condenado a reclusión indeterminada. Los demás jefes del alzamiento recibieron distintas penas según su grado de participación.

La lista de conspiradores es muy extensa, El 2 de septiembre de 1955 Dalmiro Videla Balaguer intentó sublevar la guarnición militar de Río Cuarto, en Córdoba, junto con otros cinco oficiales, el intento de golpe fracasó, se fugaron hacia Montevideo y no pudieron ser capturados.  En Puerto Belgrano el vicealmirante Ignacio Chamorro tenía a su cargo toda el Área Naval, y tras él, el contraalmirante Héctor Fidanza era jefe de la base. Ambos estaban unidos ideológicamente al gobierno peronista, lo que dificultaba la toma la misma. El 7 de septiembre Roberto Wulff de la Fuente, J. Palma y Sánchez Sañudo se reunieron con Isaac Rojas junto a Arturo Rial , Rojas acordó que dentro de la armada encabezaría el golpe, y que se subordinaría en caso de plegarse un almirante de mayor antigüedad en la fuerza. Los preparativos serían coordinados por Rial y las acciones serían llevadas a cabo bajo la dirección de Rojas ninguno había participado del golpe del 16 de junio, y el mismo Rojas decidió cortar comunicaciones con los demás hasta el momento indicado, para evitar sospechas. A fines de junio, Perren, segundo comandante de la Base Naval Puerto Belgrano, tomó conocimiento y aportó información acerca de las actividades programadas para la flota de mar a lo largo de julio, agosto y septiembre para que pudieran elegir una fecha propicia. El empresario Raúl Lamuraglia que había financiado, a través de millonarios cheques del Bank of New York, la campaña de José P. Tamborini y Enrique Moscaya, ya  en 1951, el empresario había aportado recursos para apoyar la asonada fallida del general Menéndez, lo que lo llevó a prisión, tras salir en libertad marchó al Uruguay. Con el dinero obtenido gracias  a las políticas de promoción industrial del peronismo, había expandido su fortuna. Esto le permitió comprar un avión de combate en Estados Unidos, un cazabombardero liviano que llevó a Montevideo para llevar adelante la misión de matar a Perón y bombardear la Plaza de Mayo. Tripulado por un aviador naval, Luis Baroja, el cazabombardero volaría hasta la Plaza de Mayo, en pleno acto del peronismo, para ametrallar el balcón donde hablaría Perón. Lamuraglia se reunía frecuentemente con referentes del Partido Colorado de Uruguay, y se encontró secretamente, en 1954, con el presidente Batlle Berres y el empresario argentino Alberto Gainza Paz en su residencia veraniega de Punta del Este, quienes le ofrecieron apoyos para el plan de magnicidio y en su defecto financiar el golpe de Estado. Lamuraglia ofreció su quinta en Bella Vista para organizar la conspiración y se comprometió a financiar un futuro golpe, desde noviembre de 1954 se reunian Bassi, Lamuraglia, Francisco Manrique, Néstor Noriega, el excapitán del Ejército Walter Viader, Carlos Bruzzone, el comandante de la Fuerza Aérea Agustín de la Vega, y políticos opositores entre ellos Miguel Ángel Zavala Ortiz, Américo Ghioldi, Jaime Mejía, Mario Amadeo,  Luis María de Pablo Pardo, Adolfo Vicchi, y  Alberto Benegas Lynch. Si bien exploraron la posibilidad de convocar a los generales Gibert, Aramburu y Anaya, las reuniones no tuvieron ningún resultado concreto.

Otro grupo lo formaban Juan Francisco Guevara, Eduardo Señorans, Juan Hure, Conesa, Mom, Martínez Frers Miró, Toccagni y Carranza Zavalía. El general Pedro Eugenio Aramburu, amigo de Señorans, dividió las tareas: él buscaría los contactos políticos y Señorans los contactos militares. Este último conocía al capitán Jorge Palma, y por este nexo Aramburu se reunió con el almirante Rojas, a quien también ya conocía por haber sido ambos agregados militares de la embajada argentina en Río de Janeiro. En la Escuela de Artillería de Córdoba, el capitán Raúl Eduardo Molina lideró la conspiración con Francisco Casares, capitanes Osvaldo Azpitarte, Alejandro Palacio, Juan José Buasso, tenientes primeros Augusto Almanzor, Anselmo Matteoda y Alfredo Larrosa y Melitón Quijano Semino. Otros grupos golpistas se formaron en el Liceo Militar “General Paz”, allí, el mayor Mario Efraín Arruabarrena se rodeó de sus colaboradores: capitanes Juan José Claisse, Juan Manuel de la Vega y el teniente primero Alfredo Viola Dellepiane, Molina le ofreció liderar el levantamiento  al retirado coronel Arturo Ossorio Arana, quien había sido hasta 1951 director de la Escuela de Artillería y en la Escuela de Tropas Aerotransportadas Con la participación tambien de  Julio Fernández Torres. Mientras el almirante Rojas parecía permanecer  al margen, sus ayudantes Oscar Ataide y Jorge Isaac Anaya le recababan información, y en Bahía Blanca Perren aceleró el adiestramiento de las tropas para que se familiarizaran con un nuevo modelo de fusil que reemplazaba al antiguo Máuser. Para evitar darle poder de fuego a otro alzamiento, el almirante Guillermo Brown ordenó que los aviones utilizados el 16 de junio fueran trasladados sin ametralladoras ni espoletas a la Base Aeronaval Comandante Espora, anexa a Puerto Belgrano en Bahía Blanca. Allí, un grupo de oficiales ingenieros fabricó secretamente espoletas para detonar bombas de 50, 100 y 200 kilos.

En el ejército las fuerzas estaban más dispersas geográficamente y las posiciones ideológicas no eran homogéneas. La sede de comando del Ejército en Cuyo estaba en la ciudad de San Luis, y su estructura se dividía en dos agrupaciones. La primera de las dos agrupaciones estaba comandada desde Mendoza por el general Héctor Raviolo Audiso, junto al 3 en Calingasta (San Juan) con el coronel Ricardo Botto, y el 4 en San Rafael dirigido por el coronel Di Sisto,  eran leales al gobierno constitucional. En Mendoza Alberto Cabello apoyaba el golpe; en cambio el 2. º en Campo de los Andes con el teniente coronel Cecilio Labayru no. En Calingasta Botto era leal; en cambio el jefe de operaciones de su destacamento el teniente coronel Mario Fonseca apoyaba el plan golpista. La segunda agrupación, que abarcaba a Río Negro y Neuquén, estaba comandada por el teniente coronel Duretta. El general Julio Alberto Lagos, reunió un grupo de golpistas entre ellos Gustavo Eppens, León Santamaría, Roberto Vigil, Celestino Argumedo, Eugenio, Octavio Cornejo Saravia, Franciso Zerda, Emilio de Vedia y Mitre, Juan José Uranga, Juan José Ávila Aramburu y Ossorio Arana

En Buenos Aires desde el mismo día que se producían las primeras noticias de un golpe de Estado en Córdoba, reservistas de los liceos militares del Ejército Argentino, General San Martín y General Paz pidieron unirse a la lucha para defender el gobierno constitucional, sin embargo alentado por el Presidente el subdirector de la Escuela Naval Militar dio la orden de no intervenir para proteger a los cadetes, muchos de ellos provenían de sectores trabajadores y simpatizaban con el peronismo. ​El Regimiento de Patricios, perteneciente al Ejército Argentino ubicada en Palermo se mantuvo leal a las autoridades constitucionales. El teniente coronel Carlos Crabba, suma a Eduardo Señorans y Dalmiro Videla Balaguer, querían reunirse para evaluar un intento de golpe de Estado para septiembre de ese año pero por un malentendido creyendo que Señorans era el líder en Buenos Aires,  el general Videla Balaguer se negó a subordinarse a un coronel. Julio Lagos era el único general activo formalmente afiliado al partido peronista. Su pertenencia se debía a sus tendencias nacionalistas: Perón había sido compañero suyo en el GOU y juntos habían participado en la Revolución del 43: se trataba de una persona fiel a Perón desde sus inicios y que desde 1954 estaba en íntimo desacuerdo con el gobierno, del mismo modo que  Alberto V. Tedín, que al igual que otros nacionalistas se había alejado de Perón, pese a  los intentos de  Bonifacio del Carril y Francisco Ramos Mejía que trataron inútilmente modificar su actitud.  Lagos se juntó con Justo León Bengoa, Francisco Ramos Mejía y Jorge Gradin para sumarse al golpe, según Del Carril, «todos los hilos se unificaban y, en realidad, se trataba de una sola conspiración, con vastas y variadas fuentes, todas convergentes.» A mediados de agosto fue detenido Bengoa en Buenos Aires, sospechado de planear un golpe de Estado, y el coronel Eduardo Arias Duval, intentó liberar a Bengoa y ponerlo al mando de sus tropas.

En el Colegio Militar de la Nación surgió otro grupo golpista formado por el mayor Dámaso Pérez Cartaibo, Guillermo Genta, Alfredo Formigioni, Jorge Rafael Videla, Hugo Elizalde, Dámaso Pérez, Juan José Uranga, sumándose Guevara, Señorans y Aramburu. El general retirado Eduardo Lonardi vivía alejado de sus ex colegas, pero las visitas de los coroneles Cornejo Saravia y Ossorio Arana lo pusieron en conocimiento del complot que lideraba Aramburu. A principios de agosto de 1955, Lonardi fue a hablar con Aramburu para ofrecerle apoyo y asistencia, este le negó rotundamente que estuviera participando de un golpe militar.

La poderosa agrupación de tropas blindadas de Curuzú Cuatiá tenía su mayor autoridad en el teniente coronel Ernesto Sánchez Reynafé que apoyaba al gobierno constitucional. Carlos Toranzo Montero tenía el objetivo tomar la base junto a al general de la 4. ª División de Caballería Astolfo Giorello ambos antiperonistas quienes sumaron a Montiel Forzano, Eduardo Montés, Claudio Mas, Francisco Balestra, Oscar Ismael Tesón, Jorge Cisternas, Hipólito Villamayor, Julián Chiappe y Ricardo García del Hoyo.

En Córdoba, desde mediados de julio y hasta agosto se sucedieron atentados con bombas o incendios contra seis unidades básicas peronistas, la sede de la UES, de la Confederación General Universitaria, y un busto de Eva Perón en Unquillo. En esa provincia actuaron dos grupos de radicales: uno al mando de Yadarola y Rodolfo Amuchástegui, otro comandado por Eduardo Galmond y Santiago del Castillo. Paralelamente los conservadores católicos constituían sus propios grupos de combate que más tarde cobrarían protagonismo en episodios de guerra urbana en la capital provincial. Sus cuadros principales fueron los políticos Luis Torres Fotheringham, Tristán Castellano, Guillermo Saravia, Damián Fernández Astrada, Lisardo Novillo Saravia (h.), y los ingenieros Fernández Padilla, Guillermo Castellano y Calixto de la Torre. En tanto la I Brigada de Infantería dependiente de la 1. ª División de Ejército, al igual que el Regimiento de Infantería 2 tomaron una actitud de apoyo al gobierno de la república. Para el 16 de septiembre la UCR había convocado a un acto en la Casa Radical de la Ciudad de Buenos Aires, donde repartieron armas en comités y en parroquias. Los comandos civiles ultra católicos (llamados “palomas”) convocaron a la acción armada. Previamente negociaron un crédito con la Sociedad Rural para que financie actividades desestabilizadoras, como sabotajes a la red eléctrica, a los cables de la empresa telefónica Entel, disparos a las ruedas de camiones de bomberos y ambulancias, días antes representantes de la UCR viajaron a Uruguay entrevistándose con Emilio Eduardo Massera, Horacio Mayorga, Oscar Antonio Montes, y Osvaldo Cacciatore. Diversos grupos de “comandos civiles” comenzaron a surgir en torno al director del colegio Nuestra Señora del Huerto donde se congregaban Adolfo Sánchez Zinny, Edgardo García Puló, Florencio Arnaudo, Septimito Walsh, Carlos Burundarena, Manuel Gómez Carrillo y militantes radicales cómo Roberto Etchepare Borda. Contaban con fusiles semiautomáticos FN, de procedencia belga, que un sector de la Armada había hecho ingresar de contrabando vía Uruguay. Unos días antes, el 14 de agosto la policía federal detuvo a un grupo bajo la acusación de planear el asesinato de Perón y sus ministros. El llamado “Grupo Coppa” estaba integrado por Ricardo Coppa Oliver, Aníbal Ruiz Moreno, Carlos de Corral, Enzo Ramírez, y otros. El 15 de detuvo al denominado “Grupo Centurión”, de  Jorge Masi Elizalde, Franklin Dellepiane Rawson, Manuel Rawson Paz, Mario Espina Rawson, Luis Domingo Aguirre, Julio Aguirre Naón y Carlos Gregorini. El diario La Época titulaba el lunes 15 de agosto: “La oligarquía quería arrastrar al país al desorden y al crimen para tomar el poder. Cuenta con la resaca de los partidos opositores, menores de edad, estudiantes pitucos y retirados reblandecidos; clérigos complicados”. Y al final del artículo “se devolverá golpe por golpe”. El mismo diario, el 29 de agosto tituló: “Descubrióse en el Barrio Norte una organización de pitucos subversivos. Disponían de dinero, armas y autos en abundancia. Planeaban atentados. Operaban por células como los comunista”. Esta vez los detenidos fueron Emilio de Vedia y Mitre (h.), Mario Wernicke, Emilio Allende Posse, Carlos Ocantos, Héctor López Cabanillas y Julio E. Morón. Ese día Perón comentó  a sus ministros, la posibilidad de retirarse ante el fracaso de la política conciliatoria, sin embargo en el acto de la C.G.T. del dìa 31 contra ataco  con su luego famoso 5 x 1.

El primero de septiembre hubo un momento de confusión. Ni los grupos civiles de la ciudad de Córdoba ni los militares que participaban del complot en Escuela de Artillería querían largarse sin la dirección de un oficial de alto rango, y sin el apoyo de sus contactos en Buenos Aires. No quedaba en claro si el líder de era Videla Balaguer, Ossorio Arana, Señorans, o Aramburu. El 2 de septiembre, Ossorio Arana se reúne con Videla Balaguer, en Río Cuarto. Resolvieron que Ossorio viajase primero a Córdoba y telefonease tras evaluar la situación local.

El 3 de septiembre la Dirección Nacional de Seguridad emitió un comunicado en el que detallaba acciones que debían ser reprimidas por «alterar el orden y atentar contra el Estado».​

La conspiración de Señorans y Aramburu contaba con el apoyo de gran parte de la Marina, pero no tenían contactos en la Fuerza Aérea, y en el Ejército solo un reducido grupo de unidades estaban dispuestas a alzarse en Córdoba; aunque había grandes posibilidades de rebelar el Segundo Ejército en Cuyo y otras unidades en Corrientes. Dice Eduardo Héctor Bergalli, de la reunión que participaron el general Juan José Uranga, el coronel Eduardo Señorans, el capitán de navío Arturo H. Rial, el capitán de fragata Aldo Molinari y el capitán de corbeta Carlos Pujol, y el presidente de la Unión Cívica Radical, Arturo Frondizi.​ Señorans anunció la intención de Aramburu de posponer los intentos para el año 1956, ya que no veía avances en el corto plazo. Durante el verano sería imposible actuar ya que se avecinaba, en septiembre y octubre, el licenciamiento de los soldados conscriptos y el almacenaje bajo llave de gran parte del material bélico. Según Isidoro Ruiz Moreno en su libro “La revolución del 55”, Frondizi dijo al respecto: “Señores, yo no voy a llenar las cárceles de radicales saliendo con la Marina sola; necesito un general.”

Finalmente el General seria Eduardo Lonardi quien el día 12 de septiembre  acepto ponerse al frente del golpe militar.

Si uno lee los nombres de quienes participaron del golpe militar de 1955 sin ponerle los rangos militares a quienes corresponde, podría pensar que está leyendo la planificación del  golpe militar de 1976, ¿que pasó entre ambas fechas? Simplemente no hubo justicia. Por eso es importante valorar  el juzgamiento de los golpista del 76 pero sabiendo que el juicio no fue completo, faltaron los civiles, los que regentearon el gabinete,  las gobernaciones y fundamentalmente los juzgados.

A las 00.00 del 16 de septiembre de  1955 daba comienzo el levantamiento de las tropas subversivas.

 

Elìas Antonio Almada

Correo electrónico. almada-22@hotmail.com

 

Fuentes: Isidoro Ruiz Moreno, “La Revolución del 55”; Infobae; “Granaderos Bicentenarios”.