El 2 de agosto de 1845 un bloqueo anglo-francés al río de la Plata materializaba la política expansionista de ambas potencias europeas y buscaba nuevos mercados para colocar sus productos. La acción naval impidió el comercio en todos los puertos de la Confederación. Los invasores se apoderaron de la escuadra argentina comandada por el Almirante Guillermo Brown y una escuadrilla oriental al mando de José Garibaldi tomó la isla Martín García. El 17 de noviembre de 1845, 15 naves de guerra escoltando a 100 barcos mercantes comenzaron a remontar el río Paraná. Para intentar detener su avance, Rosas nombró al Jefe de la guarnición militar de San Nicolás, General Lucio Norberto Mansilla comandante de las fuerzas defensoras. Éste trató de obstaculizar la travesía a los invasores en el paraje llamado Vuelta de Obligado a 18 kilómetros al norte de la localidad de San Pedro. Era un pronunciado recodo donde el río se angostaba a 700 metros dificultando la navegación.
El 20 de noviembre de 1845 se produjo el encuentro. La flota invasora con un intenso cañoneo y fuertes descargas de cohetes Congreve atacó las baterías argentinas que contaban con cañones de mucho menor alcance y eficacia, de todos modos las fuerzas de la Confederación dejaron fuera de combate a los bergantines Dolphin y Pandour, obligaron a retroceder al Comus, silenciaron el poderoso cañón del Fulton y cortaron el ancla de la nave capitana que dejó de batallar y se alejó aguas abajo a la deriva. Luego de más de dos horas de lucha, el comandante invasor Sullivan ordenó el desembarco de dos batallones que avanzaron contra la batería sur. Mansilla ordenó la carga a bayoneta. Mientras encabezaba la carga, fue herido de gravedad en el pecho por una salva de metralla. El coronel Thorne lo reemplazó en el comando de la artillería, los atacantes lograron cortar las cadenas a martillazos sobre un yunque, en tato los desembarcados fueron atacados por la caballería del coronel Ramón Rodríguez, quien los obligó a reembarcar en forma temporal, pero luego debió ceder posiciones ante un segundo ataque. Finalmente la fuerza invasora quebró la línea de defensa y se adentró en el Paraná. Parte de sus tropas desembarcaron en Obligado con la intención de internarse en la región por vía terrestre. En total las bajas en el combate fueron de 250 muertos y 400 heridos en las fuerzas de la Confederación y 26 muertos y 86 heridos en las agresoras. Finalizada la acción de Obligado, Mansilla colocó su artillería volante en varios parajes estratégicos costeros. La escuadra anglo-francesa, logró dificultosamente remontar el Paraná y arribar a la provincia de Corrientes gobernada por Joaquín de Madariaga, quien había depuesto al gobernador Pedro Cabral en 1843. Si bien intentaron comercializar sus mercancías solamente pudieron vender algunas armas al gobierno correntino optando por regresar a Montevideo, pero el 4 de junio de 1846 Mansilla los interceptó en la Angostura del Quebracho en la costa occidental del río Paraná. En este combate la flota invasora experimentó 60 bajas, perdió seis naves mercantes de las que dos fueron incendiadas por la artillería y cuatro por su tripulación al encallar. Asimismo dos de sus buques de guerra sufrieron averías de importancia. Las tropas de la Confederación únicamente tuvieron un muerto y dos heridos. Entre los muertos de Obligado está Antonio Riveros.
Antonio “El Gaucho” Rivero
El 7 de noviembre de 1808, nace en concepción del Uruguay, este protagonista en las islas Malvinas tras la ocupación británica de 1833.
Poco se sabe de su vida previa a su viaje a Malvinas en 1829 acompañando al gobernador Vernet, si bien la mayoría de los historiadores toman como su acta de nacimiento a la que existe en la Inmaculada Concepción, donde figura anotado como Antonio Florencio del Rivero, algunos otros niegan esta versión basándose en las cartas de James Onslow, comandante de las fuerzas británicas que tomaron control de las Malvinas, “Rivero tenía 26 años en 1833, oriundo de Buenos Aires”. Aunque el contenido de estas cartas también puede ser considerado como dudoso en cuanto a los datos que aporta sobre Rivero.
El 3 de enero de 1833 el Reino Unido ocupó por la fuerza las islas con la corbeta HMS Clío. Su capitán John Onslow, no dejó ninguna autoridad británica en el archipiélago, pero encargó al colono irlandés William Dickson, que era el contable de la colonia y que había sido el representante principal de Luis Vernet en las Malvinas desde el ataque del USS Lexington en 1831, la tarea de izar y arriar el pabellón británico cada vez que pasara un barco y todos los domingos. El descontento cundía entre los gauchos empleados de Vernet, pues el capataz, el francés Juan Simón, apoyado por el mayordomo, el anglo-argentino Matthew Brisbane, con la excusa de la ocupación británica, intentaba extenderles las ya pesadas tareas campestres, entre otros excesos de autoridad. Sumado a eso, se les abonaba no con dinero, sino con vales firmados por el propio ex gobernador, los cuales no eran aceptados por William Dickson, el responsable de los almacenes. Además, les prohibían alimentarse con el ganado domesticado, obligándolos a cazar animales silvestres. Esto llevo a que Rivero acompañado por otros dos gauchos: Juan Brasido, y José María Luna; más cinco indios charrúas: Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Pascual Latorre, se sublevaran, el 26 de agosto de 1833, matando a Dickson, Brisbane, Juan Simón y otros dos colonos: el argentino Ventura Pasos y el alemán Antonio Vehingar, los demás colonos huyeron a la isla Calebroña, mientras en Puerto Luis volvía a ondear la bandera Argentina. El 9 de enero de 1834, la Hopeful regresó a la isla Soledad junto con la también británica HMS Challenger, con el objetivo de recuperar el control y capturar a los sublevados, el 18 de marzo el último en entregarse fue Rivero.
Hay distintas versiones sobre su juicio. En la primera, los insurrectos fueron trasladados a la estación naval británica de América del Sur a bordo del HMS Beagle. Allí se les inició un proceso penal en la fragata de tercera HMS Spartiate. Por motivos no bien documentados el almirante británico no convalidó el fallo y ordenó que Rivero y los suyos fueran liberados en Montevideo.
Según otra visión de los hechos, llevados a Reino Unido, permaneciendo durante varios meses encerrados en la prisión de Sherness sobre el río Támesis, y si bien en el juicio en Inglaterra se exigió para ellos la pena de muerte, el tribunal británico que los juzgó se declaró incompetente debido a que sus acciones habían sucedido fuera de la jurisdicción del mismo.
Al hablar de la construcción de nuestra soberanía en Malvinas, no podemos dejar de mencionar a criollos y gauchos, hombres y mujeres que trabajaban cotidianamente forjando un pueblo en nuestra Argentina Austral. Aquí resalta la figura del gaucho Antonio Rivero, a quien Emilio Vernet describe en su diario en reiteradas oportunidades, como trabajador del campo encargado, principalmente, de la captura y domesticación de ganado cimarrón.
Incorporado en las filas del ejército argentino por Juan Manuel de Rosas, falleció en la Vuelta de Obligado, así sostienen algunos investigadores debido a que se encuentra un Sargento Antonio Rivero en una lista de combatientes. Pero dicha lista trata de combatientes, no de bajas e incluso sus proponentes reconocen que el Sargento Rivero podría ser un homónimo. Una segunda versión de su muerte sugiere que falleció de muerte natural. Aunque la primera es la más aceptada a la fecha.
Hoy lo seguimos recordando por haber encabezado la rebelión patriota en las Islas Malvinas contra la usurpación británica.
El arte y la historia
No solo investigadores e historiadores se han ocupado de recordar y exaltar el patriotismo rescatando diversos hechos y personajes que han contribuido a forjar la nación.
Poetas, ensayistas, escritores diversos se han interesado por el tema, y de diversas maneras fueron llegando al teatro, la radio, el cine y la televisión.
Una de las películas más recordad en este sentido es “La Guerra Gaucha”, estrenada el 20 de noviembre de 1842.
“En Salta, por el 1817, durante la Guerra de la Independencia, las fuerzas irregulares que responden al general Martín Güemes hieren en una acción de guerrillas a un teniente del ejército español, peruano de nacimiento. Lo mantienen cautivo en la estancia de una patriota, de nombre Asunción, mientras le dan atención médica. Los gauchos que integraban las fuerzas patriotas recibían ayuda del sacristán de una capilla, ubicada junto al asiento de las tropas realistas, quien fingía lealtad al rey pero que con el tañido de la campana enviaba mensajes a los gauchos ocultos en los montes. Cuando los realistas descubren su acción atacan e incendian la capilla, el sacristán queda ciego y, sin proponérselo, guía a los realistas hasta el campamento patriota y los gauchos son aniquilados. En la secuencia final, pasada la batalla, los tres únicos personajes con vida, el sacristán herido, un viejo y el oficial peruano, enamorado de Asunción y convertido a la causa patriota, avistan las tropas de Güemes que llegan para seguir la lucha por la independencia y construir una nación soberana”.
Basada en el libro “La guerra gaucha” de Leopoldo Lugones, su guion fue escrito por Ulyses Petit de Murat y Homero Manzi, siendo dirigida por Lucas Demare y contado con la actuación de Enrique Muiño, Francisco Petrone, Ángel Magaña y Amelia Bence, entre otros. Fue considerada por muchos años la mejor película del cine nacional, hasta la irrupción de Leonardo Favio y sus obras.
La década del 30 fue fructífera para el cine nacional pese a la crisis mundial, en E.E.U.U., y México se sucedían constantemente los estrenos argentino, pero con el inicio de la segunda guerra mundial la situación cambio, se complicó conseguir el celuloide para filmar por su escases y costos, las productoras dejaron casi de trabajar y para filmar La Guerra Gaucha aristas y demás participantes de la misma debieron constituir una empresa cooperativa, por lo derechos de la misma pagador 10.000 pesos y dos discos de Jazz inéditos en el país al hijo de Lugones. Cuando se trasladaron a Salta al principio no lograron todo el apoyo deseado y solo lo consiguieron a partir de una excelsa lectura del guion por parte de Demare al gobernador Araoz en una reunión con todas “las fuerzas públicas” a las que había invitado.
Elìas Almada
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