Por Alberto Ricci/ Don Pablo Schvartzman, de profesión comerciante hasta su cese en la actividad del “Bazar Americano” sito a otrora en calle Tomás de Rocamora (A la altura de lo que hoy es la Peatonal Rocamora) de nuestra ciudad Concepción del Uruguay. Además de comerciante, coleccionista, periodista, escritor y poeta. E iniciado en los augustos misterios de la masonería al igual que su padre Jacobo. Así era de inquieto Don Pablo.
Don Pablo era autodidacta, cómo se definía él mismo. De muy joven se inicia en el periodismo entrerriano. Y cómo periodista editó el periódico “Ha-Or” (“La Luz” en hebreo) con el siguiente lema: “Una voz judía en el litoral argentino”. Además su genio lo llevó a colaborar con diarios y revistas de toda la región entrerriana.
Don Pablo, investigó, escribió y publicó: “Judíos en América”, “Cuentos criollos con judíos”, “Entre Ríos en anécdotas”, entre otras valiosas obras. Sonetos y Décimas eran en el mundo de las letras sus joyas más preciadas y preclaras.
La Dirección de Cultura de Entre Ríos le otorgó un reconocimiento por su trabajo. Además fue miembro activo del Instituto Amigos del Libro Argentino y de la Academia Literaria.
Socialista y masón, fue miembro de la Logia masónica Jorge Washington de Concepción del Uruguay, exaltado al grado de Maestro.
Su fallecimiento se produce este año 2021 a los 94 años de edad, y sus hermanos masones en actividad lo recordaron y despidieron con una ceremonia fraternal a la vera de la Playa de río denominada “Itape”, donde esa mañana un miembro de la Logia Jorge Washington leyó un trabajo por el pase al oriente eterno de Don Pablo.
La presente es para recordarlo e ilustrar en esta nota parte de un interesante artículo sobre los primeros judíos masones en nuestras tierras entrerrianas que publicó Don Pablo el 9 de mayo del 2010 y que trascribo entre comillas:
“PRIMER JUDÍO EN LA MASONERÍA ENTRERRIANA… el primer judío que ingresó en la “Jorge Washington” fue el doctor Noé Yarcho, el “médico milagroso” como lo bautizó Alberto Gerchunoff. Según datos de la logia, el doctor Yarcho fue iniciado en 1894… Siendo venerable maestro de la “Jorge Washington” el doctor José Scelzi, secretario Teófilo C. de Urquiza, orador Benigno Teijeiro Martínez, una de las figuras más preclaras de la cultura entrerriana del siglo XIX y, entre otras figuras destacadas, delegado ante la Gran Logia el doctor Juan José Soneyra Urquiza… Identificado el doctor Yarcho con los nobles propósitos de la empresa de colonización del Barón Mauricio de Hirsch se ofreció en 1891 para venir a las colonias judías, transformándose en el único médico judío del interior del país. Médico filántropo, cooperativista, sembrador de cultura, estuvo siempre en el primer lugar en la lucha por el mejoramiento de las condiciones sanitarias, no solamente de las colonias judías sino de la población autóctona. Falleció, joven aún, en 1912 y en la provincia se recuerdan su vida y su actuación, su sacrificio, su desinterés, su bondad, como una apasionante leyenda más de las selvas montieleras. Posteriormente comenzaron a ingresar en la masonería entrerriana muchos otros judíos, algunos de destacada actuación en diversos campos: la educación, la justicia, el periodismo, las profesiones, la industria y el comercio, etc. Doy algunos pocos nombres: rector del Colegio Nacional de Concordia profesor Rafael Dikenstein; juez federal doctor Benjamín Stubrin; agente consular de Francia señor Samuel Hassan; presidente de la fábrica “Marcela” señor Salomón Liberman.”
Cómo se lee y bien describe Don Pablo Schvartzman, prohombres judíos fueron iniciados masones en la Logia local Jorge Washington N 44.
Debo agregar, destacando, que el masón Salomón Liberman, quién fuera Directivo de la Fabrica Sibsaya SA productora del prestigioso aperitivo de la época: “Marcela”, como menciona Don Pablo en su artículo, también fue propulsor y co-fundador de RUS (Río Uruguay Cooperativa de Seguros) y su primer Presidente. Aseguradora nacida en ciudad que hoy día es una de las más importantes del país con proyección internacional.
Acompaño imagen de dos libros que Don Pablo con tanto afecto me obsequiara con dedicación manuscrita. Recordaré cada charla compartida en el seno de su hogar donde me ilustraba con sus anécdotas mientras su Sra. Celia me invitaba con bombones de chocolate que tanto le gustaban a Don pablo, siendo el chocolate su manjar preferido.