Luciano Sarli, hijo de Patricia y Oscar y con tres hermanos, se calzó la azul y amarilla de Boca para convertirse en el primer jugador de hándball de nuestra ciudad en vestirse esos famosos colores. Luciano surgió del hándbol del CEF dándole la razón a aquellos que apostaron por la recuperación y la promoción de este deporte a mediados de la década que termina.
Cuenta que “luego toda la niñez y adolescencia en el básquet en el 2017, comienzo el hándbol en el CEF, en juveniles y tras una temporada pasó a mayores, donde el cambio ya fue bastante grande”. El debut en primera llega “en el 2018 y en agosto a la selección de Entre Ríos para jugar en el Argentino de selecciones B” que el mismo considera un “punto aparte a mi carrera por el conocimiento y roce que no tenía en la Liga Provincial y que se dio con los jugadores de todos el país”. Resalta además que en ese torneo encuentra “su posición en la cancha y después de ahí me defino a jugar de pivot. Además, fue un orgullo para el CEF y para mí estar en la Selección Entrerriana, en un Argentino, fue una de las mejores experiencias en handball”
Luciano califica al 2019 como “muy bueno deportivamente. Participé en el Regional juvenil y como refuerzo al Nacional C de juvenil con Central Entrerriano y para el equipo de Paysandú en el Torneo Uruguayo que se disputó en Rivera”.
Todos estos logros, torneos y juegos fueron posibles por “el apoyo de la familia, que fue fundamental desde lo emotivo y lo económico”.
El año comenzó de la mejor manera, ya que participaron “en el verano, con equipo reducido, en un Nacional de beach handball en San Nicolás, contra equipo de Buenos Aires”. De ahí a la prueba, en marzo en Boca junto a dos amigos: “un compañero de primera nos llevó a la prueba. Fue en el Polideportivo Quinquela que esta atrás de La Bombonerita. Fueron 100 jugadores a la prueba que estuvo por los técnicos Guillermo Milano, primer técnico de Boca y ayudante técnico de la selección argentina y Enrique Menendez, que fuera entrenador de la selección en los 90 a los que se sumó el preparador físico Rodolfo Milo.
Luciano cuenta que “cuando se cierra el entrenamiento nos convocan a nosotros tres y nos dicen que teníamos chance de entrenar y jugar la Copa Metropolitana en Boca. Ese mismo sábado nos dicen que jugaban un partido contra Colegio Dorrego y piden que vayamos a jugar y ahí nos confirman que habíamos quedado y qué las chances teníamos de ir a Buenos Aires”.
El uruguayense regresa, habla “con mi familia, poniendo en la balanza para decidir lo mejor. Pude cambiarme de Facultad sin ningún problema, conseguimos un departamento y en una semana pudimos estar allá y entrenar”.
Pero todo se cortó con la llegada de la Pandemia y la cuarentena obligatoria, obligando a Luciano a regresar a su casa, en nuestra Concepción. Desde su casa familiar, entrena “lunes, miércoles y viernes de manera virtual con los preparadores físicos y dts de Boca, mientras que, a veces los domingos, hacemos táctico mirando videos y analizando jugadas”.
Si bien alcanzó solo a tener tres entrenamientos normales en el club, Luciano alcanzó su “sueño, porque cualquier chico desea jugar en un club como Boca y eso es un esfuerzo compartido con mi familia, con duros entrenamientos y desarrollo constante”.