Es muy común que, en la vida, las personas nos rodeamos de falsos ídolos o héroes, provenientes de actividades que realmente para nada los tendría que poner en ese pedestal tan alto.
Sin dudas, muchas de esas figuras que idolatramos o admiramos, fueron o son muy grandes en sus respectivas funciones sociales, ya sea en el arte, como un músico, un cantante o un pintor, entre otros; o talvez en el deporte, como tenis básquet o futbol, entre muchos más, de los que nadie podría discutir su importancia o éxito en cada actividad.
Sus fans les piden autógrafos y fotos, guardan sus recuerdos y desesperan por estar a su lado, convirtiendo sus figuras, tal vez en lo más importante, algo que yo mismo hice.
En esta nota, no se trata de negar o cuestionar, ni a los fans ni a quienes llegan a ser ídolos, sino a tratar de ver que más allá de todo esto, hay personas que realmente tendrían que estar en ese lugar de privilegio y que a diario lo ignoramos, sobre todo en aquellas personas que aún están entre nosotros y que fueron si lugar a dudas muy importantes para nuestro país.
Hoy, más allá de que desde hace 43 años siento un amor incondicional con las Islas Malvinas y con todos los que fueron a la Guerra del Atlántico Sur, cumplí un sueño que para muchos podrá ser risueño, otros estarán en contra y algunos comprenderán.
Hoy, después de mucho tiempo, fui a la Sala Evocativa de Malvinas «Daniel Francisco Sirtori» y visité brevemente el lugar para encontrarme con un gran amigo, Armando Scevola, un ex combatiente de Malvinas, un héroe como muchos otros a los que les merecemos el mayor de los respetos y reconocimiento, un amigo que fue a pelear contra un invasor voraz y poderoso, un simple hombre que si merece estar entre nuestros ídolos verdaderos y por eso le pedí algo sencillo, su autógrafo.
Si, le pedí que me firmara el buzo que con tanto amor me regalaron mis hijos para mi cumpleaños con la estampa de Malvinas y pidiendo reconocimiento a nuestros héroes, al que solo le faltaba el autógrafo de uno de los protagonitas y que el día de mañana ese buzo quede en manos de mis nietos y aprendan a ver quienes son nuestros verdaderos ídolos en la vida, como nuestros soldados, nuestros médicos, nuestros enfermeros, maestros, todos aquellos que de una u otra manera estuvieron a nuestro lado o nos representaron con coraje en momentos jodidos.
Hoy puedo decir que cumplí mi sueño, gracias Armando y por tu intermedio a todos los que estuvieron defendiendo nuestra tierra, más allá de las buenas o malas decisiones políticas y militares.
Pablo Bianchi/12284687
