El 14 de febrero de 1990 la sonda Voyager 1 toma el primer «Retrato familiar» del sistema solar.
La Voyager 1 (ver https://03442.com.ar/2022/08/columna-de-astronomia-sondas-voyager/ ) se dirigía hacia el espacio interestelar después de completar su gran recorrido por el sistema solar en ese momento.
El famoso astrónomo Carl Sagan pasó años intentando convencer a la NASA de que la Voyager 1 girara sobre su eje y tomara esta fotografía al salir del Sistema Solar.
En febrero de 1990, la Voyager 1 se alejaba a toda velocidad del sistema solar (más allá de Neptuno y a unos 6 000 millones de kilómetros del Sol) cuando los responsables de la misión le ordenaron que mirara hacia casa por última vez. Tomó una serie de 60 imágenes que se utilizaron para crear el primer «retrato familiar» de nuestro sistema solar.
La serie de imágenes incluye la famosa imagen que se conocería como el Punto Azul Pálido, que revela que la Tierra era un pequeño punto dentro de un rayo de luz solar disperso.
La Voyager 1 estaba tan lejos que, desde su punto de observación, la Tierra era una medialuna de aproximadamente un píxel.
Además de la Tierra, la Voyager 1 capturó imágenes de Neptuno, Urano, Saturno, Júpiter y Venus. Marte estaba oscurecido por la luz solar dispersa que rebotaba en la cámara y Mercurio estaba demasiado cerca del Sol, y el planeta enano Plutón era demasiado pequeño, estaba demasiado lejos y era demasiado oscuro para ser detectado.
Las imágenes ofrecieron a los humanos una vista asombrosa y sin precedentes de su mundo natal y sus vecinos. Al igual que la Tierra, cada planeta aparece como una mota de luz (Urano y Neptuno aparecen alargados debido al movimiento de la nave espacial durante las exposiciones de 15 segundos de la cámara).
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«El retrato familiar es un símbolo de lo que realmente significa la exploración de la NASA: ver nuestro mundo de una manera nueva y más grande», dijo en 2018 el Dr. Thomas H. Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA.
El retrato familiar sigue siendo la primera y única vez que una nave espacial ha intentado fotografiar nuestro sistema solar. Solo tres naves espaciales han sido capaces de realizar una observación de este tipo desde tal distancia: Voyager 1, Voyager 2 y New Horizons.
Voyager 1 entró en el espacio interestelar en agosto de 2012, casi 35 años después de que comenzara su viaje. Sin embargo, el descubrimiento no se hizo oficial hasta 2013, cuando los científicos tuvieron tiempo de revisar los datos enviados desde la Voyager 1.
La Voyager 1 fue la segunda de las naves espaciales gemelas en lanzarse, pero fue la primera en pasar por Júpiter y Saturno. Las imágenes que envió la Voyager 1 se han utilizado en libros escolares y en muchos medios de comunicación durante una generación.
Reconociendo que las Voyager eventualmente volarían al espacio interestelar, la NASA autorizó la producción de dos “Discos de Oro“ para ser colocados a bordo de la nave espacial. Se colocaron a bordo sonidos que iban desde los llamados de las ballenas hasta la música de Chuck Berry, así como saludos hablados en 55 idiomas.
Los discos de cobre bañados en oro, de 30 centímetros de ancho (12 pulgadas) también incluían imágenes que mostraban cómo operarlos y la posición del sol entre los púlsares cercanos (un tipo de cadáver estelar que gira rápidamente conocido como estrella de neutrones, ), en caso de que algún día los extraterrestres tropezaran con la nave espacial y se preguntaran de dónde venían (ver: https://03442.com.ar/2020/11/columna-de-astronomia-voyager-i-y-ii/ ).
Según el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA , la Voyager 1 tiene suficiente combustible para mantener sus instrumentos en funcionamiento al menos hasta éste año.
Para entonces, la nave espacial estará aproximadamente a 22 100 millones de kilómetros del Sol (ésto es, aproximadamente 21 horas/luz).
Las misiones Voyager aprovecharon una alineación especial de los planetas exteriores que ocurre solo una vez cada 176 años. Esta alineación permite que las naves espaciales se desplacen gravitacionalmente de un planeta a otro, haciendo un uso más eficiente de su limitado combustible.
La NASA había planeado originalmente enviar dos sondas espaciales más allá de Júpiter, Saturno y Plutón y otras dos sondas más allá de Júpiter, Urano y Neptuno. Razones presupuestarias obligaron a la agencia a reducir sus planes, pero aun así la NASA obtuvo mucho provecho de las dos Voyager que lanzó.
La Voyager 2 sobrevoló Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, mientras que la Voyager 1 se centró en Júpiter y Saturno.
Ambas naves espaciales están propulsadas por tres generadores termoeléctricos de radioisótopos, dispositivos que convierten el calor liberado por la desintegración radiactiva del plutonio en electricidad. Ambas sondas estaban equipadas con 10 instrumentos científicos, incluido un sistema de imágenes de dos cámaras, múltiples espectrómetros, un magnetómetro y un equipo que detecta partículas cargadas de baja energía y rayos cósmicosde alta energía. Los miembros del equipo de la misión también han utilizado el sistema de comunicaciones de las Voyager para ayudarlos a estudiar planetas y lunas, lo que eleva el número total de investigaciones científicas en cada nave a 11.
La Voyager 1 casi no despegó en su lanzamiento, ya que su cohete estuvo a 3,5 segundos de quedarse sin combustible el 5 de septiembre de 1977.
Pero la sonda llegó sana y salva al espacio y superó a su gemela después del lanzamiento (por éso se llamó Voyager 1, pues era la sonda que viajaba delante de la otra), pasando el cinturón principal de asteroides entre Marte y Júpiter antes que la Voyager 2. Las primeras fotografías de Júpiter tomadas por la Voyager 1 llegaron a la Tierra en abril de 1978, cuando la sonda estaba a 266 millones de kilómetros de su hogar.
Para sorpresa de la NASA, en marzo de 1979 la Voyager 1 detectó un fino anillo que rodeaba a Júpiter. También descubrió dos nuevas lunas: Tebas y Metis. Además, la Voyager 1 envió imágenes detalladas de las grandes lunas galileanas de Júpiter (Ío, Europa, Ganímedes y Calisto), así como de Amaltea.
Al igual que la sonda Pioneer , la observación de las lunas de Júpiter por parte de la Voyager reveló que son mundos activos por sí mismos. Y la Voyager 1 hizo algunos descubrimientos intrigantes sobre estos satélites naturales. Por ejemplo, los numerosos volcanes de Ío y su superficie moteada de color amarillo, marrón y naranja demostraron que, al igual que los planetas, las lunas pueden tener interiores activos.
Además, la Voyager 1 envió fotografías de Europa que mostraban una superficie relativamente lisa, interrumpida por líneas, lo que indicaba la presencia de hielo y tal vez incluso de un océano debajo. (Observaciones y análisis posteriores revelaron que Europa probablemente alberga un enorme océano subterráneo de agua líquida, que incluso podría albergar vida similar a la de la Tierra).
El 5 de marzo de 1979, la Voyager 1 alcanzó su punto más cercano a Júpiter, cuando se acercó a 280 000 kilómetros de las turbulentas cimas de las nubes. Entonces llegó el momento de que la sonda apuntara a Saturno.
La Voyager 1 abandonó la heliosfera (la gigantesca burbuja de partículas cargadas que el Sol expulsa a su alrededor) en agosto de 2012 y salió al espacio interestelar.
El descubrimiento se hizo público en un estudio publicado en la revista Science al año siguiente.
Los resultados salieron a la luz después de que el instrumento de ondas de plasma de la Voyager 1 registrara una potente erupción solar entre el 9 de abril y el 22 de mayo de 2013. La erupción provocó la vibración de los electrones cercanos a la Voyager 1. A partir de las oscilaciones, los investigadores descubrieron que los alrededores de la Voyager 1 tenían una densidad mayor que la que se encuentra justo dentro de la heliosfera.
Parece contradictorio que la densidad de electrones sea mayor en el espacio interestelar que en las proximidades del Sol. Pero los investigadores explicaron que, en el borde de la heliosfera, la densidad de electrones es drásticamente baja en comparación con los lugares cercanos a la Tierra.
Los investigadores luego analizaron los datos de la Voyager 1 y determinaron que la fecha oficial de partida de la heliosfera era el 25 de agosto de 2012.
La fecha fue determinada no sólo por las oscilaciones de los electrones, sino también por las mediciones de partículas solares cargadas realizadas por la nave espacial.
Ese fatídico día —que fue el mismo día en que murió el astronauta del Apolo 11, Neil Armstrong— la sonda observó una reducción de 1 000 veces en estas partículas y un aumento del 9% en los rayos cósmicos galácticos que provienen de fuera del sistema solar. En ese momento, la Voyager 1 se encontraba a 18 110 millones de kilómetros del sol, o aproximadamente a 121 unidades astronómicas (UA).
Una UA es la distancia promedio entre la Tierra y el Sol: aproximadamente 150 millones de kilómetros.
Fuente: NASA
Vaya a saber que otros descubrimientos tendrán reservados éstas sondas a la Humanidad, hasta el momento, los únicos mensajeros de la civilización en el Cosmos.
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