Pesar por la muerte del Zurdo Velázquez

La radio bajita clavada en LT11. Había que escuchar los resultados de la fecha, los goles del guri de la Peyret allá al fondo, donde casi chocaba con los, aún, campos del Ejercito, cuando la Defensa Sur ni era soñada. Escuchar cómo había jugado el Zurdo con la diez de Atlético protegiéndolo desde su espalda, con todo el barrio atrás.

Hoy, en este martes raro, otoñal, lluvioso y con chispas de sol que se cuelan desde allá abajo, recortando el tanque de agua del milicaje, la muerte del Zurdo Velázquez se desparramó como los tiempos que corren, rápida, intentando un consuelo entre todos los que lo conocieron y lo vieron jugar, en su Deca querido, como refuerzo en el Lobo o en el que sea y en su “Morenzazo” ese equipo que se armó en el Puerto Viejo. Porque el fútbol uruguayense, la redonda nuestra tiene una rica historia en todos sus barrios, en cada uno de ellos. Y Morenzazo se las veía siempre con La Esquina, el equipo de Don Sánchez (papá de Pocho Sánchez el volante ganador de todo con el Lobo, abuelo de Martín, de igual trayectoria), que se reunían también en la casa de don Sánchez, ahí donde hoy es la Defensa Sur, contra el Supa, el equipo del “Macho” Ocampo. Dicen los veteranos que era un deleite verlos jugar, a pata ancha y belleza plena. El Zurdo acompañado por el Leche Giacoboni bajo los palos, con el Tibu Sotelo, Luis Gallo, Leiva y otros tantos en el medio que se me escapan, llegando siempre a las finales en esos torneos que se jugaban en División o en la recordada cancha de San Lorenzo.

Eran otros tiempos, donde todo continuaba después en el casín y la carambola, de las camisetas con botones, hermosas, sin publicidad, esos tiempos que los veteranos nos dicen que fueron mejores y no veo porque no hay que creerles más alla de la sentencia poética del Flaco: “mañana es mejor”.

Se fue el Zurdo. Nacido y criado en el Puerto Viejo. El Zurdo, acaso el primer ídolo del fútbol de acá que tuvimos de gurises, porque escuchábamos a los viejos y las doñas hablar de el con admiración y cariño, porque además eran de una familia del barrio. Y después llegó Atlético, el salto a un fútbol semiprofesional y chacarero pero con respeto siempre por la redonda. Y hasta alguna prueba aceptada en Racing de Avellaneda para volverse, siempre, volver al barrio, al amor de la Norma con la que camino siempre.

Innumerables partidos en aquellos viejos regionales, aquel Nacional del 84 que lo agarró en la pendiente aunque se dio el gusto de enfrentar a River y a Huracán, para irse de las canchas y darle paso a sus hijos, que lo honraron de buena manera, con Maxi multi campeón con Lanús, el Pichu con paso por Gimnasia y el Deca y Lucas, arquero desde siempre y hoy DT de Engranaje, todos futboleros como debe ser.

Hoy, que Atlético, su club, navega en la incertidumbre provocada por nuevas generaciones que parecen desechar la historia, hoy se fue el Zurdo. Esa diez que sumó su talento para edificar una identidad futbolera que todo Concepción no debe olvidar y debe honrar e intentar retomar, más allá de los nuevos vientos que corren.

Se fue el Zurdo, estirpe ganadora, Decana y uruguayense, barrial y entrañable.

 

Por Pipo.