Al cumplirse los 154º años del asesinato del Gral. Urquiza me surge una idea de cómo comunicarnos con él por supuesto de manera simbólica y reencontrarnos con su legado y los lugares más apropiados para este dialogo serian entre otros el Colegio, la Basílica, el palacio San José y la Casa de Urquiza. La que Urquiza mando a construir para su familia y que no pudo habitar. Ubicada frente a la plaza Ramírez, hoy un edificio ruinoso que nos interpela a todos, por lo que constituye no solamente una obligación legal si no también moral su restauración y lograr que el mismo se convierta en un gran museo o Centro Cultural, como lo ha proyectado el CCU sancionándose en el municipio de esta ciudad, una ordenanza que declara la creación del museo destinado a funcionar en este espectacular edificio.
Urquiza es un padre de la Patria permanentemente olvidado, como se demuestra en artículos y estudios realizados sobre la época y precisamente esta forma de comunicarnos tiende a su instauración para destacar su activa participación en la gran transformación que tuvo el país después de la sanción de la Constitución de 1853. Estaba todo por hacer para que la nación argentina se transformara en un estado moderno y próspero, como se hizo a partir de 1880 en la primera presidencia de Roca 1880-1886.-
Esta tarea que es uno de los objetivos del centro demanda, claro está, un poco de tiempo, a veces incluso algunos años, pero exige, sobre todo, muy concretamente, que el general sea justamente situado en la historia argentina. Que le asignemos un lugar a partir del cual pueda “terminar aquello que se propuso”, le debemos un lugar. Esto exige otras cosas más: cuidados, atención, actos, un medio, si no propicio o acogedor, por lo menos no demasiado hostil u olvidado, como ha ocurrido con la Casa de Urquiza.
¿Qué tipo de actos lo fortalecen y cuáles lo ponen en riesgo? ¿Qué pide? ¿Qué necesita? ¿Qué espera de nosotros? ¿De qué nos vuelve capaces para continuar con su mandato? ¿quiénes son beneficiarios de su acción de Gobierno?
En este punto nos encontramos nuevamente con los jóvenes, con el futuro y la esperanza de una sociedad mejor .Fue un Gobernante más del siglo XX que del XIX. Primer colegio laico, en que su alumnado aprendía conceptos básicos de libertad y ciudadanía para lo cual es imprescindible la educación, Urquiza lo comprendió y su obra tuvo decisiva influencia en los hombres que intervinieron en la generación del 80, entre las que destaco también la Ley 1420, de esa manera podemos sentir y apreciar la extraordinaria obra del prócer en todos sus aspectos, políticos, militar, educativo, y en su carácter sobresaliente de emprendedor nato, pragmático, adquiriendo su figura una dimensión real que manifiesta modos de presencia que importan y cuyos efectos esta comunidad puede experimentar.
Cabe preguntarnos entonces de que hablaríamos con el General y desde que lugar, seguramente cada uno puede elegir sus temas y lugares en donde desarrollo su actividad. Personalmente el mío es la creación del Colegio del Uruguay al que Urquiza declaro como heredero, frase que encierra un enorme contenido emblemático. Es evidente que la relación de Urquiza con los jóvenes merece un capítulo especial, por el tiempo y dinero que le dedico, crear un colegio como este a mediados del S. XIX , muy parecido a los college americanos en época en que esta ciudad era un villorrio de 3500 habitantes, de casas muy humildes y dotarlo de excelentes profesores, muchos de ellos extranjeros, además de educar y becar a sus alumnos entre ellos los presidentes Roca y De La Plaza, fue un hecho inigualable en la historia argentina. Muchos hombres públicos le siguieron, entre ellos el recordado Arturo Frondizi, heredero del espíritu del Colegio. ¿Cómo se le ocurrió? ¿Qué pensamientos inspiraron su creación?.
Por su parte Urquiza ¿Qué nos preguntaría? ,entre otros interrogantes seguramente, porque se dejó oscurecer su figura y no se cuidan sus obras más trascendentes como por ejemplo el inmueble que Urquiza pensó para él y su familia, me imagino que sería muy severo en sus apreciaciones sin dejar de reconocer a los que han luchado y luchan por su reconocimiento histórico.
Este método de conversar de manera simbólica con su persona lo considero muy efectivo para superar el olvido que es la verdadera muerte. Debemos, con cuidado, atención, sabiduría y mucho interés, aprender lo que puede importarle a Urquiza e indagar qué es lo que nos pide y cómo responderle. En definitiva, debemos esforzarnos por estar a la altura de una prueba difícil como lo es perder a alguien y aprender a reencontrarlo y poder rescatar su enorme herencia, de la que resulto beneficiaria directa esta ciudad para no quedar encerrados en la experiencia de su ausencia.
En estos gestos de continuar haciéndolos existir en su ausencia, servirse de ellos, conservarles una función, hay una manera de mantener activa la presencia, y creo que es una forma de continuar diciéndole que estamos llenos de gratitud y respecto a lo que hizo el tiempo que estuvo vivo para nosotros.
Fidel Rodriguez
Para Centro Cultural JJ Urquiza
