Se cumplen catorce años de la desaparición física de mi padre, el doctor Julio Simovich. Quienes lo recuerdan y conocen desde hace tiempo, supieron de su hombría de bien y responsabilidad en cada uno de los roles que le tocó actuar.
Su paso por la vida uruguayense no fue intrascendente. Fue un reconocido cirujano que durante muchos años se desempeñó en el hospital Justo José de Urquiza, llegando a ejercer el cargo de jefe de cirugía.
Su amor por la medicina lo llevó a postergar lo más posible su jubilación como cirujano del hospital.
Comentaba que amaba su profesión y que extrañaría demasiado no concurrir al citado nosocomio.
Fue un exitoso profesional, lo que lo llevó a construir la recordada clínica integral, que fue durante muchos años uno de los centros médicos de excelencia para la época. Diversas entidades de la ciudad lo tuvieron como médico de cabecera.
Se destacó también como profesor universitario y muchos que se desempeñan actualmente en profesiones auxiliares de la medicina, supieron de su conocimiento, dedicación y preocupación por la enseñanza superior.
Fue decano de la” Facultad de Ciencias de la Salud” de “UNER” por dos períodos consecutivos, titular de la cátedra de anatomía (ganado por concurso) y vicepresidente de la asociación argentina de anatomía.
Bajo sus decanatos se crearon la mayoría de las carreras que hoy se dictan, como: Instrumentación Quirúrgica, carrera Binacional de Obstetricia, Tecnicatura en Salud Ambiental, Licenciatura en Enfermería, Profesionalización de Auxiliares de Enfermería (con centros de atención en numerosas provincias) y la carrera de Kinesiología y Fisiatría con asiento en Villaguay.
Aún con todos estos logros, su gestión se destacó por su austeridad y prolijidad. Fue un profesional de activa participación en la vida uruguayense, pero, a pesar de ello, cultivó siempre el bajo perfil.
Fue más afecto a escuchar que a opinar o contestar. Sus ochenta y dos años fueron demasiados para soportar la pérdida de su amada esposa, de quién decía que era su inseparable compañera (así con mayúsculas), mi querida madre dora nelly iconicoff (tita), ocurrida meses antes… y en el último y sublime acto de amor por ella, decidió, voluntariamente ir a su encuentro.
Con mucho amor lo recuerda su hijo: el Dr. Gustavo Simovich.