En el 8 de septiembre de 2016 comienza una aventura única: el intento de recoger muestras del suelo de un asteroide y retornarlas a la Tierra para estudiarlas.
Porqué semejante interés en realizar algo así??, la misión ayudará a los científicos a investigar cómo se formaron los planetas y cómo comenzó la vida, además de mejorar nuestra comprensión de los asteroides que podrían impactar la Tierra.
El polvo de asteroide, más antiguo y mejor conservado que cualquier material de la Tierra ofrece a los científicos una ventana al nacimiento del sistema solar. Los primeros estudios de muestras de asteroides fueron posibles gracias a la JAXA (Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón), cuando su nave espacial Hayabusa regresó en 2010 con miles de partículas del asteroide Itokawa. Le siguió Hayabusa2 con 5,4 gramos, del asteroide Ryugu en 2020, superando con creces los requisitos de la misión.
Las muestras de Itokawa y Ryugu revelaron la estructura y composición química de los asteroides «montón de escombros», que están formados por rocas y cantos rodados que se mantienen unidos por la gravedad.
Las muestras también mostraron que algunos asteroides, como se predijo, contienen moléculas orgánicas, que podrían ser algunos de los componentes básicos de todas las formas de vida conocidas.
Así es que la nave espacial Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification and Security-Regolith Explorer, o OSIRIS-REx, viajó a un asteroide cercano a la Tierra llamado Bennu (anteriormente 1999 RQ36) y recolectó una muestra de rocas y polvo de la superficie y el 20 de octubre de 2020 estando a 322 millones de kilómetros de distancia (29 minutos luz) de la Tierra, recolectó una muestra de la composición del asteroide Bennu: a la 1:50 pm tiempo del este en los EEUU del 20 de octubre de 2020, la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA encendió sus propulsores para salir de la órbita alrededor de Bennu.
Extendió el hombro, luego el codo y luego la muñeca de su brazo de muestreo de 11 3,35 metros y atravesó Bennu mientras descendía aproximadamente media 805 metros hacia la superficie.
Después de un descenso autónomo de aproximadamente cuatro horas a un lugar de 8 metros de ancho en Bennu, pasando por rocas amenazantes que podrían inclinar la nave espacial o el cabezal de la muestra e impedir la captura de la muestra, OSIRIS-REx entró en contacto con la superficie.
Luego disparó una ráfaga de gas nitrógeno que levantó polvo y rocas, que fueron capturadas por el cabezal de recolección de muestras.
Finalmente, OSIRIS-REx encendió sus propulsores y se alejó de forma segura de Bennu, permitiendo a una cautivada audiencia global dar un suspiro colectivo de alivio.
Antes de partir de Bennu, OSIRIS-REx realizó un último sobrevuelo del sitio de muestra, «Nightingale», para que los científicos pudieran ver cómo el contacto de la nave espacial con la superficie de Bennu alteró el sitio. Vieron algo sorprendente: aunque la nave espacial apenas tocó la superficie, dejó un cráter considerable y esparció muchas rocas. Los científicos realizaron cientos de simulaciones por computadora para comprender cómo pudo haber sucedido esto, dado que esperaban que la nave espacial dejara solo una pequeña hendidura en la superficie.
Fue entonces cuando aprendieron que las partículas que componen el exterior de Bennu están poco empaquetadas y ligeramente unidas entre sí, lo que significa que actúan más como un fluido que como un sólido. Si no hubiera disparado sus propulsores para retroceder inmediatamente después de tomar una muestra, OSIRIS-REx se habría hundido en Bennu.
El 10 de mayo de 2021, la nave espacial partió de Bennu y se dirigió de regreso a la Tierra para dejar la cápsula de retorno de muestras.
El domingo pasado, 24 de septiembre, OSIRIS-REx liberó su cápsula de muestra estando a 108 000 kilómetros de la Tierra para que aterrize en el desierto de Utah, pero la nave espacial no aterrizará por sí sola.
Una vez entregada la muestra, la nave espacial emprendió una nueva misión: OSIRIS-APEX (OSIRIS-Apophis Explorer), para explorar el asteroide Apophis entrando en órbita alrededor del asteroide en el 2029, luego de que Apophis pase cerca de la Tierra (Apophis tiene unos 300 metros de ancho, totalmente irregular)
A partir del 24 de septiembre los científicos tienen la oportunidad de comparar muestras de Itokawa y Ryugu con pedazos del asteroide Bennu, que ahora se encuentran en NASA.
A través de un acuerdo internacional, la NASA y JAXA están colaborando para analizar y comparar muestras de los tres asteroides, dos de los cuales (Ryugu y Bennu) pueden haberse desprendido del mismo asteroide padre hace miles de millones de años.
El asteroide Bennu, objetivo de la misión OSIRIS-REx de la NASA, tiene algunas similitudes con el asteroide Ryugu, objetivo de la misión Hayabusa2 de JAXA, pero los dos asteroides también tienen sus diferencias. Ahora los científicos tienen la oportunidad de comparar y contrastar los dos asteroides en sus laboratorios. Crédito: Universidad de Arizona
Interesante es cómo se distribuirá la muestra recolectada: hasta una cuarta parte de la muestra se distribuirá a 233 científicos del equipo OSIRIS-REx que representan a 38 instituciones a nivel mundial; el 4% se entregará a la Agencia Espacial Canadiense y el 0,5% a JAXA (Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial).
El resto, alrededor del 70%, se conservará en el Centro Espacial Johnson de la NASA (y en White Sands) para científicos ajenos al equipo de la misión y para futuras generaciones de científicos.
Así es como avanza la ciencia: compartiendo los datos y haciéndolos accesibles a todos los científicos.
Fuente: NASA (https://science.nasa.gov/mission/osiris-rex)
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Hasta la semana que viene !
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