Las aguas del balneario Itapé no están aptas para disfrutarlas ya que la contaminación persiste. Un verano más que se viene, que ya esta aquí y el Itapé, el balneario más popular de la ciudad, al que se llega caminando o en colectivo de línea, sigue con la podredumbre en sus aguas. Años de gestiones municipales han pasado. Desde mediados de los 90 que ese hermoso solar viene avisando y nadie nunca movió el andamiaje político-económico para subsanar su problema de fondo. Gestiones que han pintado de «crecimiento de la ciudad» para esquivarle al problema sin buscar con seriedad y decisión la solución del tema.
Años de cloacas rotas que vierten la mugre sobre ese riacho, años de líquidos y solidos en el rio sin tratarlos, poniendo parches e inaugurando temporadas ridículamente bendecidas por curas que nada deben hacer ahí.
Tibiamente se comienza a hablar sobre la construcción de una planta de tratamientos cloacales que permita que la podredumbre y la mierda llegue tratada, evitando el daño ambiental y ecológico sobre el Itapé, pero lo cierto es que, en este 2022 que se prepara para el 2023, antes de que se conozcan los resultados de los estudios de las aguas que se realizan semanas antes de la inauguración ya advirtieron que el Itapé no esta apto para que el gurisaje popular lo disfrute a pleno y sin riesgos.
