Columna de Astronomía: La Natividad

Es una creencia generalizada que la fecha de la Navidad se fijó en el 25 de diciembre para
sustituir a celebraciones paganas ligadas al solsticio de verano. Sin embargo, numerosos
estudios muestran que aunque la fecha de la Navidad tiene una raíz astronómica, ésta no se
encuentra en el solsticio de verano, sino que se remonta al equinoccio de otoño.
El laberinto del nacimiento de Cristo: no hay referencias directas en la Biblia sobre la
fecha del nacimiento de Cristo, ni siquiera indicaciones aproximadas sobre el momento del
año en el que se produjo, y nadie se atrevería a sostener hoy que la fecha del 25 de
diciembre tiene una base histórica.
A lo largo de los siglos, la Natividad se ha celebrado en fechas diferentes y aún hoy, la
Iglesia armenia la celebra el 6 de enero. A pesar de que establecer una fecha precisa para
esta celebración ocupó a los cronógrafos cristianos durante siglos, estos esfuerzos
condujeron a resultados muy variados.
Además de asociar el solsticio de verano al nacimiento de Jesús, la Iglesia asoció el
solsticio de invierno al nacimiento de Juan Bautista, mientras que los equinoccios
quedaron asociados a los momentos de su concepción (y muerte, al menos en el caso de
Jesús).
La predictibilidad de los fenómenos astronómicos dotan de esta manera a la religión de
una simbología que remite al firmamento, arropando así a la liturgia con alegorías celestes
de gran dignidad, acreedoras del respeto que inspira la repetición de los ciclos cósmicos.
Vemos pues que aunque la fecha de la Navidad tiene un origen astronómico, la raíz no se
encuentra de manera directa en el solsticio de verano, sino que se remontaría a 9 meses
antes, al equinoccio de otoño y a la feliz coincidencia de que la gestación en el seno
materno dura aproximadamente tres estaciones, esto es, tres cuartas partes del tiempo
empleado por la Tierra en completar su órbita alrededor del Sol.
Por ejemplo, en el siglo II, Clemente de Alejandría se refiere a trabajos anteriores que
fijaban el 6 de enero, el 19 de abril y el 20 de mayo, mientras que él mismo proponía el 17
de noviembre.
Otras fechas calculadas o adivinadas posteriormente fueron el 25 y el 28 de marzo, el 2 de
abril (por Hipólito de Roma). Fue hacia el año 300-330 de la era común que la fecha del
25 de diciembre aparece ya en Roma como un día festivo bien establecido para celebrar el
nacimiento de Cristo, una tradición que se extendió a Asia Menor hacia el año 380 y a
Egipto hacia el 430. Sin embargo, en otras comunidades cristianas, se eligió la fecha del 6
de enero, una opción que con el tiempo fue perdiendo adeptos.
A primera vista parece universalmente aceptado que el 25 de diciembre fue elegido para
oponer la celebración cristiana a otras celebraciones paganas. Esas fiestas incluyen por
supuesto al solsticio de verano que, de acuerdo con el calendario Juliano, se celebraba el

25 de diciembre. Además, de acuerdo con el famoso Calendario del 354 (el Calendario de
Filócalo), 30 carreras de carros festejaban en ese día ‘Natalis Invictis’, el nacimiento de Sol
Invictus, una celebración fijada por el emperador Aureliano en el año 274.

Solsticios y equinoccios: muchos estudios realizados desde principios del siglo XX
cuestionan, sin embargo, esta idea de que los cristianos habrían optado por el 25 de
diciembre para sustituir a fiestas paganas, pues no encuentran evidencias históricas que la
apoyen. De hecho, los primitivos cristianos ponían mucho más énfasis en la celebración de
la pasión y la muerte de Cristo.
El escritor cristiano Tertuliano había calculado en el año 200 que la muerte de Cristo tuvo
lugar el 25 de marzo (cerca del equinoccio de otoño), mientras que en provincias orientales
del Imperio Romano, fijaron la muerte de Cristo en el 6 de abril.
En resumen, hacia los siglos II y III se barajaban las fechas del 25 de diciembre y 6 de
enero para el nacimiento de Cristo y 25 de marzo y 6 de abril para su muerte. ¿Puede haber
una relación entre estas fechas? Son exactamente 9 meses de diferencia.
Los cristianos de la época estaban suponiendo que la concepción de Cristo tuvo lugar en el
mismo día del mes que su muerte. Esta suposición encaja bien con una creencia muy
generalizada en aquellos tiempos de que los grandes sucesos de la creación y la salvación
habían sucedido en la misma fecha del año.
Por ejemplo, según el Talmud babilónico, la creación, el nacimiento de los patriarcas y la
redención del mundo, todo tuvo lugar en el mes hebreo de Nisan. En el mundo judío de
aquellos tiempos también estaba extendida la idea de que todos los grandes profetas de
Israel habían vivido con una ‘edad íntegra’, un número exacto de años, es decir que morían
en la misma fecha del mes en la que habían nacido o habían sido concebidos. Parece
plausible que, siguiendo esta creencia, los cristianos de los siglos II y III adoptasen la idea

de que Jesús fue concebido en el mismo día del mes en que moriría (el 25 de marzo), y que
nació 9 meses más tarde (el 25 de diciembre).
Con el tiempo, el 25 de diciembre como fecha de la Natividad se extendió mucho más que
el 6 de enero, fecha que, no obstante fue conservada en la inmensa mayoría de los lugares
para celebrar la Epifanía. Pero no habría habido una intención deliberada en los antiguos
cristianos, todavía una comunidad dispersa y poco organizada, de sustituir con la Navidad
cristiana las celebraciones paganas ligadas al solsticio. Es más, se ha llegado a proponer
que la institución de la fiesta de Sol Invictus, que como hemos mencionado se realizó en el
año 274, fue un intento de dar un sentido pagano a la celebración de la Navidad de Cristo
que databa de antes y que, en ese tiempo, ya estaba tomando auge en Roma.
La celebración de la Navidad en el solsticio de verano sería así una coincidencia, pero sin
duda una coincidencia sumamente conveniente, pues al solsticio, momento de las noches
mínimas en el Hemisferio Norte, se le puede dotar de un simbolismo claro de renacimiento
y renovación. A partir del solsticio, los días se alargan permitiendo que la actividad
humana recupere todo su brío. La realidad cósmica del Sol (un ente ambivalente en la
antigua Roma por su doble significado astronómico y divino) quedaba asociada así a un
momento de suma importancia en la Historia Sagrada.
(Astrónomo Rafael Bachiller, texto adaptado al hemisferio Sur)
ACTIVIDADES
El miércoles 28 y jueves 29 de diciembre, comenzamos un ciclo que hemos dado en llamar
“Astronomía en las plazas”, mes a mes, iremos a alguna plaza de la ciudad a observar la
Luna creciente.
Para comenzar, estaremos en Plaza Ramírez ambos días desde las 21:00 hasta las 23:00
horas con los telescopios para que los conciudadanos que se encuentren ahí puedan
observar la Luna en el mejor momento de observación:
Así que hecha la invitación, agendar miércoles y jueves en Plaza Ramírez desde las 21:00
horas (concurrir con ganas de expresar el “Wow!!!”, “Uhhh!!!”, “¿ de veras es así ??” sin
vergüenza alguna al observar la Luna).
Como siempre, invitamos a seguirnos a través de nuestras redes para estar al tanto de las
actividades referentes a esta hermosa ciencia; en face: astroamigos Concepción del
Uruguay y en insta @astroamigos_cdelu.
Que haya pasado una buena Navidad y hasta la semana que viene.