Dolor por la muerte del niño de 8 años que buscaba comida en un basural y fue aplastado por un camión

Víctor “Chicha” Sebastián Barreto tenía 8 años y murió atropellado por un camión recolector cuando buscaba comida en el Volcadero, el basural de Paraná, provincia de Entre Ríos. El trágico hecho ocurrió el domingo y generó gran conmoción.

El nene vivía a pocas cuadras del basural municipal. Habitualmente iba con su mamá a recoger las sobras de alimentos entre los desechos.

De acuerdo a lo que contaron testigos del fatal accidente, en esta oportunidad Chicha se trepó al camión para ingresar al basural y ganar tiempo. Pero perdió la estabilidad y cayó al suelo cuando el recolector pasó por un pozo y se sacudió todo por la estructura, siendo aplastado por las ruedas, por lo que falleció en el acto.

El hecho generó profundo dolor y malestar, llevando a la mesa de discusión el problema de gran pobreza de muchos argentinos, que deben vivir buscando su sustento de esta triste manera.

Distintos sectores políticos y movimientos sociales, se expresaron al respecto, reclamando soluciones de fondo para evitar que haya nuevos “Chicha”.

 

 

En un comunicado de prensa fue el Partido Obrero de Entre Ríos, que expresó: Víctor Sebastián “Chicha” Barreto, de tan solo 8 años de edad falleció al perder la estabilidad arriba de un camión recolector de basura, cayó al suelo y fue atropellado. Falleció en el acto, luego que un pozo en la calle hiciera tambalear la estructura del camión.
“Chicha” y sus amigos rutinariamente buscaban las sobras de comidas subiéndose al recolector unas cuadras antes de llegar al volcadero. El vehículo recolectaba, entre otros residuos, las sobras de un reconocido local de comida rápida ubicado en el centro de Paraná. Para Chicha y sus amiguitos, la única forma de tener en sus manos un combo de hamburguesa con papas fritas era subiéndose a ese camión.
Voces inquisidoras señalaron a la madre de la víctima, acusándola de haberlo “dejado solo”. Moneda corriente en este régimen social que se empeña en vulnerar a las infancias pero crea un imaginario colectivo para que la responsabilidad recaiga siempre sobre las mujeres.
La vida de “Chicha” no hubiera estado en riesgo si el Estado construyera en cada localidad dispositivos de socialización de la crianza donde dejar a los hijos durante la jornada laboral, tales como clubes y sociedades de fomento. Es por eso que algunas madres del barrio concentraron frente a la Municipalidad, reclamando que habiliten un espacio para que los niños “dejen de andar en la basura y se eviten más tragedias”.
El destino trágico de “Chicha” fue forjado al calor de las políticas de ajuste que aplican los gobiernos. Las cosas hubieran sido distintas si su madre no se viera obligada a revolver los residuos para ganarse el pan y hubiese tenido acceso a un empleo genuino, o bien, si las necesidades alimentarias de las niñeces estuvieran resueltas y no como ocurre en la actualidad, donde más de un millón de chicos en Argentina deben privarse de alguna comida diaria por falta de recursos económicos, y el 50% del total está sumido en la pobreza. Los políticos capitalistas condenan a ese grupo de niños y a tantos otros a lo largo y ancho del país, a pasar sus tardes en las inmediaciones de un basural en busca de comida.
La muerte que se llevó a “Chicha” a tan corta edad asecha a los niños pobres con más perseverancia que al resto, porque están expuestos a una inmensidad de peligros, propios del lugar de clase que les tocó ocupar en esta sociedad cuyo eje rector es la explotación y la barbarie. Debemos organizarnos para transformar la sociedad si queremos que el hecho que hoy enluta a la a Paraná no vuelva a ocurrir.