Enero de 1817 – Comienza la Campaña Libertadora de Chile y Perú

 

El 17 de enero de 1817, el Ejército de los Andes inicia el desplazamiento desde Mendoza para emprender el paso de la Cordillera de los Andes y llevar la libertad a Chile. El 18 parte la del coronel Las Heras, integrado por el batallón Nro. 11, 30 granaderos a caballo, 30 artilleros y 2 piezas de montaña, 30 mineros zapadores y el escuadrón de milicias de San Juan, cruzaran la cordillera por el paso de Uspallata.  Al respecto el general San Martín escribió al general Guido: “El 18 rompió su marcha el ejército…. Mucho ha habido que trabajar y vencer; pero todo sale completo, excepto de dinero, que no me llevo más que 14.000 pesos para todo el ejército”, El 19 lo sigue el capitán fray Luis Beltrán al frente del parque que portando  los pertrechos de guerra, subió por la quebrada del Toro y se dirigió hacia Uspallata, a través de Paramillos de Uspallata para reunirse con la columna principal de Gregorio de Las Heras quien tras vencer en los combates de Picheuta, Potrerillos y Guardia Vieja, pudo ingresar en Santa Rosa de los Andes, el día 8 de febrero de 1817. Como anécdota podemos citar que en esta columna iba  Pascuala Meneses quien había logrado gracias a su físico delgado y a su acostumbra forma de mal hablar como también al  hecho de estar habituada  a las tareas de peón rural  ser  incorporada con el nombre de Pascual, cuando  su comandante se dio cuenta la obligo a  improvisar una falda con un capote, y regresar a Mendoza

El grueso del ejército al mando del general San Martín tomó la ruta llamada corrientemente paso de Los Patos. El cuerpo estaba formado por la vanguardia al mando del brigadier mayor Miguel Estanislao Soler, el centro al mando del brigadier Bernardo O’Higgins, la escolta de granaderos al mando del alférez Mariano Necochea y la retaguardia al mando del teniente coronel Pedro Regalado de la Plaza, que conducía la maestranza del ejército. Esta columna tropezó con las mayores dificultades, pues fue preciso escalar cuatro cordilleras. Soler que iba adelante logró las victorias de Achupallas (4 de febrero de 1817) y Las Coimas (7 de febrero de 1817). Al día siguiente ingresaron en San Felipe.

Columnas secundarias

Columna de Cabot (12 de enero de 1817)

La columna del teniente coronel Juan Manuel Cabot salió de San Juan el 12 de enero de 1817 y tuvo por objetivo tomar La Serena y el puerto de Coquimbo.

Columna de Freire (14 de enero de 1817)

Finalmente, por el paso del Planchón pasó la fuerza del teniente coronel chileno Ramón Freire, quien partió el 14 de enero de 1817 desde Mendoza, siguió por el camino de Luján, San Carlos y San Rafael, llegando el 1 de febrero al paso del Planchón por el que franqueó la cordillera. Su objetivo consistió en tomar las ciudades de Talca y Curicó, a unos 200 kilómetros de Santiago de Chile.

Columna de Zelada (15 de enero de 1817)

Por el extremo norte, el ejército de Belgrano cooperó con un contingente dirigido por el teniente coronel Francisco Zelada, siendo su segundo el capitán Nicolás Dávila. El 5 de enero salieron de Guandacol, desde donde pasaron a la Laguna Brava, efectuando la travesía de la cordillera principal por el paso de Come-Caballos y bajaron directamente sobre Copiapó, ciudad que fue ocupada sin lucha el 13 de febrero de 1817.

Columna de Lemos (19 de enero de 1817)

El destacamento del capitán José León Lemos fue el último en partir y el más pequeño, sólo lo integraron 25 soldados del cuerpo de blandengues y 30 milicianos del sur de la provincia de Mendoza. Su misión consistió en cruzar a Chile y sorprender a la guardia del fuerte de San Gabriel; este ataque haría pensar que el grueso de la ofensiva podría llegar por allí y que el destacamento de Lemos sería sólo la vanguardia de un ejército mayor.

El Ejército y su comando

Con San Martin como General en Jefe , la conducción de completaba con  Bernardo O’Higgins como Comandante General, Secretario de guerra  Teniente Coronel José Ignacio Zenteno Secretario particular de general en jefe Capitán Salvador Iglesias, Auditor de guerra Dr. Bernardo Vera y Pintado, Capellán general castrense Dr. José Lorenzo Güiraldes, Edecanes del general en jefe Coronel Hilarión de la Quintana, Teniente coronel James Paroissien, Sargento mayor José Antonio Álvarez Condarco, Ayudantes del general en jefe, Capitán John Thomond O’Brien, Capitán graduado de sargento mayor Manuel Acosta, Ayudantes del general de división Capitán José María de la Cruz Prieto, Ayudante Domingo Urrutia.

San Martín conformó el ejército con 3 generales, 28 jefes, 207 oficiales, 15 empleados civiles, 3778 soldados de tropa (formado por una mayoría de soldados negros y mulatos, más de la mitad esclavos libertos,4 y por una parte de soldados chilenos,3 entre ellos los que emigraron a Mendoza después de la batalla de Rancagua), 1200 milicianos montados (para conducción de víveres y artillería), 120 barreteros de minas (para facilitar el tránsito por los pasos), 25 baquianos, 47 miembros de sanidad (para conformar el hospital de campaña), 16 piezas de artillería (10 cañones de 6 pulgadas, 2 obuses de 4 y 1/2 pulgadas y 4 piezas de montaña de 4 pulgadas), 1600 caballos extras (para caballería y artillería) y 9281 mulas (7.359 de silla y 1.922 de carga).

El desafío comenzaba  a ser realidad y el viento frío del Ande comenzaba a tener aromas de libertad.

EL OTRO CRUCE

1811 – 1813

Como antecedente es interesante destacar lo que muchos historiadores  denominan “El Otro Cruce”:

El año de 1810 y los inicios de 1811 habían sido nefastos para los revolucionarios de Mayo. Belgrano derrotado en Paraguay, Castelli y su expedición al Alto Perú fallida, coronada por el desastre de «Huaqui», sumado al bloqueo de Buenos Aires por parte de los buques realistas de Montevideo, que no sólo bloqueaban el puerto, sino que también asolaban las costas del Paraná y el Uruguay. Mientras tanto corrían las primeras noticias de los aprestos de los portugueses que se concretarían en la invasión a la Banda Oriental y las Misiones Jesuíticas del 17 de julio del general Diego de Souza.

Malos presagios para la Revolución de Mayo.

Para la misma época, en Chile, triunfaba otra Revolución que instauraba un Gobierno Patriota en el poder. Uno de los líderes de la Revolución trasandina, Juan Martínez de Rozas, pudo conseguir el acuerdo necesario para mandar tropas en ayuda de las Provincias Unidas del Río de la Plata en su lucha contra la monarquía. Chile no estaba de momento amenazado y el peso de la lucha por la emancipación y su suerte tenía lugar en las Provincias Unidas, enviando algo más de trescientos hombres, al mando del Teniente Coronel Pedro Andrés del Alcázar. La división de las denominadas «Tropas Disciplinadas» marchó hacia Santa Rosa de Los Andes, cruzó la Cordillera de los Andes y siguió a Mendoza, donde arribó a fines de marzo de 1811. Allí fue recibida con entusiasmo por la población. La expedición tras su larga marcha arribó finalmente a Buenos Aires a mediados de junio del mismo año. «El 14 de junio de 1811 entraron en esta capital trescientos y cuarenta y tantos hombres de tropa entre dragones e infantería, todos uniformados y armados, mandados para ayudar a defender esta ciudad de algún enemigo, por nuestra hermana e ilustre ciudad de Santiago de Chile, a cuya excelentísima junta, ciudad y reino, ha quedado esta capital del Río de la Plata muy agradecida, y en prueba de ello ha recibido sus tropas con las demostraciones más sinceras de alegría.» (Beruti, Juan Manuel, Memorias Curiosas, página 170).

Cuando en julio de 1811 Buenos Aires fue bombardeada por una escuadra realista proveniente de Montevideo, tal era la confianza puesta en estas tropas chilenas que se les confió el traslado y custodia del polvorín de la ciudad. Inclusive, a pesar de no haber tenido participación activa, dieron su apoyo a las fuerzas del Coronel San Martín que concurrieron a la Plaza de Mayo y forzaron la caída del Primer Triunvirato el 8 de octubre de 1812.

A comienzos de 1813 se reciben noticias en Buenos Aires de una nueva invasión realista en territorio chileno. Por éste motivo, la Expedición Auxiliadora Chilena solicita se les libere de sus obligaciones para ir a defender su territorio natal. Pero no todos regresaron. Hubo uno en particular que pidió la baja de la Expedición Chilena, para unirse a un nuevo Regimiento de Caballería… los Granaderos a Caballo de San Martín…

Se llamaba Julián Alsogaray, y era nativo de Quillota, Chile. Julián encontrará la muerte el 3 de febrero de 1813, vistiendo el Uniforme de Granadero a Caballo, en el «Combate de San Lorenzo».

El 18 de abril, las «Tropas Disciplinadas» salieron de Buenos Aires, acompañadas esta vez por una división enviada por Buenos Aires al mando del teniente coronel Santiago Carrera, reemplazado luego por Marcos Balcarce. A fines de mayo cruzaron la Cordillera, en invierno y cubierta de nieve, y entraron en Santiago de Chile el 4 de junio, siendo entusiastamente recibidas por el pueblo y las autoridades

El 19 de junio de 1813, ante el avance realista, la Junta de Gobierno de Chile solicita auxilio a su par de Buenos Aires, enviando ésta última tropas, que llegarían al mando de Juan Gregorio de Las Heras integrando la misma los oficiales: capitanes José Antonio Álvarez Condarco y José Argüello, teniente Román Deheza, subtenientes José M. Enríquez Peña y Ramón Aldoy, capellán Ildefonso Marín, cirujano Antonio Martel, el capitán José Vargas  el alférez José Aldao, que se incorporaron en Mendoza con un grupo de tropas.   Los luego olvidados «Auxiliares Argentinos en Chile”. Reclutados en la Intendencia de Córdoba del Tucumán (que todavía incluía a Cuyo), fue la primera división argentina que operó militarmente fuera de los límites del ex Virreinato del Río de la Plata, Participó en la campaña militar contra los realistas durante el período que en la historia de Chile se conoce como «Patria Vieja», y regresó a suelo argentino en 1814 luego de la Batalla de Rancagua. Participaron concretamente de las acciones de “Cucha Cucha”, “El Quilo”, “El Membrillar”, “Paso del Maule”, “Tres Montes” y “Paso del Río Clarillos”. El tratado  de Lircay, con el que estuvieron en desacuerdo, más los enfrentamientos entre Carreras y O’Higgins llevaron a Las Heras  a tomar la decisión de regresar (ya Balcarce lo había hecho para tomar el cargo de Gobernador de Cuyo), por su parte O’Higgins y Carreras luego del desastre de Rancagua y el fin de “la Patria Vieja”  también cruzaron la cordillera. Con San Martin ya como gobernador y encargado de la organización del  Ejercito de Los Andes, los 180 Auxiliares Argentinos remanentes bajo el mando de Las Heras, se integraron a esa y formaron la base del Batallón de Infantería N° 11.

Elías Almada – DNI  14936811

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