El año 1921 es el del nacimiento de tres grandes exponentes de la música argentina, los tres de diferentes géneros y los tres de distintas regiones del país, ninguno de la Capital, como para dejar testimonio de que no todo sucede en ella y que el interior también existe.
Astor Pantaleón Piazzolla
Nace el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata, hijo de Vicente Piazzolla y Asunta Manetti. El nombre Astor es un homenaje de su padre a su amigo, Astore Bolognini, corredor de moto y primer violonchelista de la Orquesta Sinfónica de Chicago. Siendo muy niño su familia se mudó a Nueva York, allí Don Vicente que era acordeonista, le regaló un bandoneón , con el que comienza a jugar, pues no era fácil encontrar un maestro de ese instrumento, de regreso por un tiempo a su ciudad natal, Libero Paolini le enseñó los primeros acordes. Luego cambió de maestro y fue Homero, hermano de Libero, el que le enseñó algunas rancheras, valses y polcas. Poco tiempo después regresaban a E.E.U.U., trabo amistad con el pianista Bela Wida con quien estudio como así mismo lo hiso con Terig Tucci. En el marco de un festival escolar debutó en 1932 en un teatrillo de la calle 42, para lo cual Astor compuso un tango que tituló “Paso a paso hacia la 42”, pero que su padre rebautizó “La catinga”. Más tarde conoce a Carlos Gardel, a quien asistió en sus paseos de compras, ya que el Zorzal no entendía inglés, el cantor lo invitó a participar en la película que rodaba en esos días, “El día que me quieras”, como un joven vendedor de diarios. Gardel invitó a Piazzolla a unirse en su gira por América, pero su padre decidió que era aún muy joven. Esta temprana desilusión resultó ser una gran suerte, ya que fue en esta gira en la que Gardel y toda su banda perdieron la vida en un accidente aéreo.
En 1978, en una carta imaginaria a Gardel, Piazzolla bromearía al respecto sobre ese hecho: “… Jamás olvidaré la noche que ofreciste un asado al terminar la filmación de “El día que me quieras. Fue un honor de los argentinos y uruguayos que vivían en Nueva York. Recuerdo que Alberto Castellano debía tocar el piano y yo el bandoneón, por supuesto para acompañarte a vos cantando. Tuve la loca suerte de que el piano era tan malo que tuve que tocar yo solo y vos cantaste los temas del filme. ¡Qué noche, Charlie! Allí fue mi bautismo con el tango. Primer tango de mi vida y ¡acompañando a Gardel! Jamás lo olvidaré. Al poco tiempo te fuiste con Lepera y tus guitarristas a Hollywood. ¿Te acordás que me mandaste dos telegramas para que me uniera a ustedes con mi bandoneón? Era la primavera del 35 y yo cumplía 14 años. Los viejos no me dieron permiso y el sindicato tampoco. Charlie, ¡me salvé! En vez de tocar el bandoneón estaría tocando el arpa.”
Formó un dúo de bandoneones con Calixto Sallago, intentando hacer algunas adaptaciones de piezas de Serguéi Rajmáninov. Piazzolla se asoció después con Gabriel Clausi, un ex integrante de la orquesta de Julio De Caro, y luego se vinculó con el grupo de Francisco Lauro, compone un esbozo de concierto para piano que presenta, es Arthur Rubinstein, quien le pide al músico y compositor Juan José Castro para que sea su tutor en su perfeccionamiento musical quien lo deriva a estudiar con Alberto Ginastera, para luego ingresar a la orquesta de Aníbal Troilo. Piazzolla ya había comenzado a realizar composiciones de tangos con variación de la armonía, ritmo y timbre, por lo que fue muy criticado por los tangueros clásicos. Sentía devoción por Agustín Bardi y Eduardo Arolas, y consideraba a Julio De Caro y al violinista Elvino Vardaro como los innovadores en el tango, además de admirar a Osvaldo Pugliese. También complementó sus estudios clásicos con la francesa Nadia Boulanger, en París. Luego desarrollo un vasta tarea como compositor y arreglador en forma solista o integrando agrupaciones musicales u orquestales. A partir de la década del 60 le llegó el reconocimiento y consagración, compuso piezas para piano, chelo, violín, bajo y bandoneón, obras sinfónica y de cámara. Considerado un innovador en la música porteña, Piazzolla fue mucho más que eso, pues sus vínculos con el Jazz y el rock, como sus conocimientos de música clásica, le dieron una particular impronta a la suya, sus composiciones abarcaron mucho más que el tango, y eso queda demostrado en sus trabajos para más de 40 películas, sus casi 60 grabaciones entre 1944 y 1989, sus obras instrumentales, etc., no fue un tanguero moderno, fue un músico diferente, de gran talento, un excelso creador.
Falleció en Buenos Aires el 4 de julio de 1992
Ariel Ramírez
Nació un 4 de abril de 1921 en la capital de la provincia de Santa Fe. Hijo de Zenón Rodríguez y Rosa Blanca Servetti, ambos maestros, su pasión por el piano se despertaría en él desde muy joven, cuando con apenas 4 años descubrió dicho instrumento en el museo de un colegio. Desde aquel momento, el joven Ariel Ramírez comenzó a estudiar piano en su ciudad natal. A pesar de continuar con la tradición familiar y obtener su título de maestro, nunca ejerció como tal y antes de cumplir 20 años, prefirió viajar para descubrir más sobre el mundo de la música argentina. Sus estudios de composición los realizaría muchos años más tarde en Buenos Aires con Luis Gianneo, Guillermo Graetzer y Erwin Leuchter. Impulsado por Atahualpa Yupanqui, quien lo escuchó en Córdoba, emprendió una larga temporada de viajes por varias provincias del centro y noroeste del país, para familiarizarse con la música regional.
En ese lapso ofreció recitales de piano interpretando obras de música tradicional argentina y sudamericana, entre las que intercalaba sus primeras composiciones. En 1943 llegó a Buenos Aires, donde brindó diversos conciertos y firma contrato con Radio El Mundo. En 1946 grabó para RCA Víctor, incluyendo la zamba La Tristecita, obra que le brindó gran popularidad. En 1950 viajó a Europa, donde permaneció alrededor de cuatro años con residencia permanente en Roma, pero efectuando numerosas giras como intérprete de música argentina en distintas salas de conciertos y teatros de Italia, Austria, Alemania, Holanda, Bélgica e Inglaterra. En España fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica para efectuar estudios sobre la música española de transmisión oral. En 1954 se instaló en Lima, Perú, donde continuó su carrera de solista haciendo presentaciones en distintas ciudades de ese país, así como también en otras de Bolivia, Chile y Uruguay. En 1955 volvió a la Argentina, donde organizó la Compañía de Folklore Ariel Ramírez para llevar adelante un espectáculo coreográfico musical convocando a artistas de distintas regiones del país. Entre los músicos más destacados que iniciaron o desarrollaron sus incipientes carreras actuando con el Maestro Ariel Ramírez se puede mencionar a Jorge
Cafrune, Jaime Torres, Raúl Barboza y Los Fronterizos. En 1957 el grupo, que estaba integrado por veinte músicos y bailarines, realizó una gira por la Unión Soviética, Polonia y
Checoslovaquia. Luego el sigue como solista un tiempo más.
Ya en la década del 60 realizó innumerables giras por Argentina y comenzó a grabar para Philips una serie de LP con sus obras, y piano solo o en colaboración con otros músicos, y también una colección que constituye una antología de la música de algunas regiones argentinas (pampeana, litoraleña o mesopotámica) y de algunos géneros musicales (el vals criollo, la Zamba y el tango). De todos sus LP como intérprete, el que adquirió mayor trascendencia fue Coronación del folklore, uno de los hitos fundamentales del nativismo, grabado en 1963 con Eduardo Falú (canto y guitarra) y Los Fronterizos. Sin olvidarnos de Triste pampeano, nº 3, Agua y sol del Paraná, Los inundados, Volveré siempre a San Juan, Allá lejos y hace tiempo, El Paraná en una zamba, que fueron adquiriendo gran difusión en versiones de los más importantes intérpretes nativistas. El 4 de septiembre de 1967 formó parte del espectáculo folclórico que junto a Jaime Torres presentó la exhibición de la película Crónica para un futuro.
Como compositor escribió, además de una larga lista de canciones, varios ciclos integrales. El primero de estos discos incluye la Misa Criolla la que interpreto ante el Papa Paulo VI en el Vaticano y, también en carácter de estreno, los villancicos reunidos bajo el título Navidad
Nuestra con textos de Félix Luna. En 1965 grabó con Ramón Navarro la cantata épica Los
Caudillos escrita también en colaboración con Félix Luna. Un nuevo gran acontecimiento fue la aparición en 1969 del disco Mujeres argentinas, cantado por Mercedes Sosa y nuevamente con textos de Luna.
Algunas de sus canciones, Alfonsina y el mar y Juana Azurduy, se cuentan entre las más logradas de su amplia producción. Cantata sudamericana (1972) y Misa por la
paz y la justicia (1981) son sus últimas producciones de largo alcance. En estos años también compuso música para algunas películas argentinas. En otro terreno, con fines didácticos, escribió los 15 estudios para piano sobre ritmos y formas de la tradición musical argentina y las Canciones provincianas, para voces iguales. Continuó ininterrumpidamente sus giras y presentaciones tanto en su país como en el exterior, aunque con menor frecuencia que en décadas anteriores. El 5 de agosto de 1992 se realizó un concierto en su homenaje en el Teatro Colón de Buenos Aires bajo el título “Ariel Ramírez, 50 años con la música nacional”, en el que participaron algunos de los más importantes intérpretes de la música popular argentina, y en cuyo transcurso se ejecutaron exclusivamente obras suyas. Pero así como se codeo con los más grande intérpretes, como los ya nombrados y Domingo Cura no dudo cuando tuvo la ocasión de brindar la oportunidad a los más noveles como sucedió con Ángela Irene. A quien proyectó a los escenarios nacionales.
Falleció en Monte Grande el 18 de febrero de 2010
Abelardo Dimotta
Este acordeonista y compositor nació en «Mojones Norte», Departamento Villaguay, Entre Ríos, el 11 de Diciembre de 1921. Y que es de los tres mencionados el menos conocido y
reconocido, tarea que nos compete a los entrerrianos, criado en un ambiente rural, se inició en la ejecución del acordeón de 2 hileras aprendiendo de los peones rurales en las estancias de la zona. En el año 1945 debuta como músico profesional integrando conjunto “Los Troperos del Iberá” dirigido por el poeta goyano Odín Fleitas, con recordadas audiciones radiales en Radio Rivadavia. Posteriormente se presenta como solista actuando en bailes del barrio de “La Boca” en Buenos Aires, acompañado del guitarrista correntino “Cambá Quiroz”. Rápidamente le llega el reconocimiento de sus colegas y el público por lo que en el año 1946 decide formar su propia agrupación, donde lo acompañaba el bandoneón de Paulino Correa, más las voces de Lucía Maidana y Hugo Suárez. Con esta formación realiza sus primeras grabaciones para el sello “R.C.A. Víctor”.
En estas grabaciones participaron además su compueblano Julio Luján, el bandoneonista José Pilepich y las Hermanas Caballero. Cabe destacar que Julio Lujan Inclinado hacia la música desde muy joven a los 12 años comienza a ejecutar la guitarra junto a otro
vuillaguayense, Calixto Peralta. Sus primeras actuaciones las realiza en el “Café Peralta” de su Villaguay natal, donde alternaba música folclórica con el tango, otra de sus grandes pasiones.
Para finales de la década del 40 se radica en Buenos Aires donde continúa con su carrera
artística y recibe la invitación de Don Osvaldo Sosa Cordero para integrar su conjunto. Con
Sosa Cordero realiza sus primeras grabaciones. Posteriormente se integra al conjunto al
conjunto de Miguel Repiso con quién registra grabaciones para el sello “RCA Víctor” como su inolvidable versión del rasguido doble de Duarte y Bernárdez, “Tradición”, obra que se
convertiría en un clásico de su repertorio, grabándola posteriormente con el “Cuarteto Santa Ana”, precisamente con el cuarteto de Montiel es con el cual obtiene el mayor reconocimiento siendo considerado como una de la mayores voces chamameceras.
En esta etapa, Dimotta, compone sus primeras obras como “Estancia La Isabel” y “El carretel”, piezas que desde su aparición pasan a integrar el repertorio de celebrados artistas como Ernesto Montiel, Mario Millán Medina y Tarragó Ros, entre otros. Dueño de un particular estilo que luego se conocería como el sonido a la “selva de Montiel”, El estilo compositivo entrerriano que Abelardo enriqueció, y que compartían con otros pioneros como Ramón Sixto Ríos (de Federación) autor de Merceditas, el chamamè representativo de nuestras formas; Jose y Antonio Pilepich (de Concepción del Uruguay); Pancho Casis (de La Paz); Lorenzo y Eusebio Vega (de Sauce de Luna) o el ya mencionado Julio Luján. Lo compartían porque es la forma en que nuestro paisaje interpreta el chamamè, paisaje donde nosotros vivimos y nuestras propias raíces se delinearon a través del tiempo. Es ese paisaje que lo envuelve a Dimotta y en él y con el recrea todos los ritmos litoraleños como valseados, rasguido doble, sobrepaso, tanguito montielero y chamamè. En la década del 60 desfilan por su conjunto celebrados artistas como los Álvaro Copello, Lorenzo Vega, Tilo Trevisán, Adolfo Toty Rodríguez y Luis Marcó, más las voces de Juancito “El Peregrino”, Gregorio Molina y Jorge Toloza”.
En esta etapa grabó para distintas compañías como “Magenta", "Parnaso Records” y “Graf Producciones”. Compuso más de 200 obras, entre las que recordamos (además de las nombradas) “El mingo” dedicada a su hermano, “El arisco”, “Motivo triste”, “El entrerriano”, “Canto a Entre Ríos”, “Los corrales” y “Suerte escasa” Abelardo Dimotta se presentó al frente de su conjunto hasta su fallecimiento, acaecido en Rosario (Santa Fe) el 15 de Junio de 1992.
Elías Almada
Correo electrónico:almada-22@hotmail.com
Fuentes: Archivo Señal Memoria, Raza Folklórica, Fundación Memoria del Chamamè,
Movimiento de Costa a Costa
