El 8 de junio de 1943 aparece a la vida política el Coronel Juan Domingo Perón al ser designado Secretario del Ministerio de Guerra por el Gral. Pedro Ramírez, ascendido a la presidencia dos días antes. Poco tiempo permanecería en ese cargo al pasar luego a ser secretario de Trabajo y Previsión y con la presidencia del Gral. Farrel su Vice. Desde la secretaria de Trabajo y Previsión, Perón desarrolló una vasta tarea en favor de la clase trabajadora que hasta ese momento eran poco menos que esclavos asalariados, con algunas ideas propias y otras de raigambre socialista, mejoró notablemente las condiciones laborales y su imagen se afianzó como la de un líder propicio a los cambios necesarios para la hora.
Su accionar provocó la reacción de algunos sectores de la cúpula militar y sus aliados, que pretendían que la situación política del país siguiera más o menos como antes del golpe del 43, haciendo negocios a costa del estado y con las clases bajas sometidas. Perón fue destituido de sus cargos y encarcelado, sin embargo las dirigencia sindical no estaba dispuesta a perder las conquistas alcanzadas y fue por el rescate del coronel al que ya identificaban como su líder. Hay quienes sostienen que la del 17 de octubre fue una manifestación casi espontanea, pero la coordinación entre una amplia red sindical se hizo evidente por la cantidad de personas que se movilizaron, no sólo en Capital Federal, sino en diversos puntos del país. Esta interpretación no quita relevancia a las masas obreras, cuya agitación y convicción sorprendió incluso a los mismos dirigentes sindicales, sino que restablece la importancia que tuvo la coordinación del sindicalismo en los días previos, el 16 de octubre se reunió el Comité Central Confederal y acordó llamar a una huelga general para el 18 de octubre. Pero la CGT no era la entidad representativa que fue años después, y los sindicatos aceleraron la movilización para el día 17.
Ante tamaña movilización popular, el régimen cedió; Perón liberado habló esa misma noche desde la Casa de Gobierno , en principio para calmar los ánimos, tenía la intención de luego de ser liberado, casarse con Evita y abandonar Buenos Aires, pero el compromiso del pueblo para con el hizo que rápidamente cambiara de idea, formó el partido Justicialista, lanzo su doctrina política y se encaminó a la presidencia de la Nación, donde su característica más importante fue la planificación de la acción en todas la áreas del estado expresada en sus planes quinquenales; desde el proyecto de la generación del 80, el país no tenía ni planificación, ni políticas de estado, mas allá de algunas buenas y destacadas iniciativas, tampoco la volvería a tener después de Perón. Con sus características propias, con las adhesiones y críticas que se puedan hacer sobre estos dos momentos del país, la coincidencia entre ellos es que la Nación tenía un rumbo claro con objetivos y metas precisos.
Más que recordar y homenajear que es algo muy justo y además necesario, sería muy interesante la reflexión de la clase dirigente en general sobre las formas con que hoy pretenden y pretenderán en el futuro conducir los destinos de la Nación y su vínculo con las necesidades del Pueblo.
Elías Almada
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