Ludmila Uribe Leoz, junto a los integrantes de dos dotaciones del cuerpo de Bomberos Voluntarios de la localidad bonaerense, protagonizó el heroico salvataje del pequeño que cayó a un hueco de más de 20 metros de profundidad.
Siempre se dice que la motivación esencial de quien aspira a integrar la institución bomberil es el servicio; un principio-valor que se rige por la entrega voluntaria a una comunidad, la renuncia a los intereses personales o visiones y el servir sin esperar ningún pago, aplauso, privilegio o recompensa alguna.
Se trata de héroes o heroínas muchas veces considerados “invisibles” para los flashes diarios de los medios de comunicación pero que, sin embargo, siempre están prestos/as para sacrificar su vida en catástrofes, accidentes o toda clase de siniestros en los que existan personas damnificadas.
Tal es el caso de Ludmila Uribe Leoz, bombera integrante del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Coronel Dorrego, que ayer protagonizó el heroico rescate de un niño de 10 años que cayó a un pozo de más de 20 metros de profundidad, ubicado en el patio de una vivienda en la localidad bonaerense.
En diálogo con Telefe Noticias, la servidora pública se mostró sorprendida por la repercusión que tuvo el salvataje del pequeño y agradecida con la infinidad de reacciones de agradecimiento que cosecharon tanto ella como sus compañeros de servicio.
“Yo me encontraba en mi domicilio, nosotros nos comunicamos vía radio, y se escuchó el llamado de que se había caído el menor a un pozo e inmediatamente salí para el cuartel. Traté de vestirme lo más rápido y cómoda posible, a la espera de ver quién iba a hacer el descenso”, expresó.
La comunicación de emergencia se produjo minutos antes de las 19, con el dramático aviso de lo que ocurría en la calle Costa 99.
“Nosotros cuando llegamos ya había personal policial y ambulancia en el lugar. Me acerqué al pozo, cuando ya me designaron para hacer el descenso, me alumbraron y el fondo se veía muy lejos. Empezamos a hablar con el nene y se lo veía asustado, preocupado y con muchas ganas de salir; pero en todo momento la comunicación era muy buena y él respondía bien a todo lo que preguntábamos” relató.
Ludmila tenía una experiencia previa de haber efectuado un descenso, pero en aquella ocasión fue para salvar a un cachorrito. En esta oportunidad, la vida le colocó por delante un desafío mayúsculo y de mayor complejidad, aunque pudo contar con “la confianza y el trabajo de todo un equipo”.
La bombera mide 1,50 de estatura y posee una contextura diminuta que favorecía su paso por hoyo tan oscuro como estrecho. Además, esto también contribuía para llevar adelante el trabajo de altura sin correr ningún tipo de riesgo en el posterior ascenso junto a la persona rescatada.
“Al nene cuando lo vimos por primera vez estaba paradito. Sinceramente no sé cómo cayó. Es increíble porque, con una mano en el corazón, es un milagro porque son muchos metros y una caída fuerte”, aseveró.
Y agregó: “Cuando yo llegué al fondo, él enseguida se paró. Yo le dije que haga movimientos despacio, que se quede tranquilo porque en todo momento se quería agarrar de mí. Yo lo abracé y le dije que se quedara tranquilo, que ya había pasado todo lo malo y que yo lo iba a ayudar a salir”.
Según Ludmila, con la escasa luz que había en el hueco, pudo apreciar que la criatura presentaba varias lesiones superficiales en su rostro y brazos.
En medio de la vorágine y el dramatismo, los designios del destino plasmaron otra página particular durante la maniobra de salvataje. El padre del niño accidentado resultó ser un amigo de la infancia de Ludmila.
“El nene se encontraba jugando en la casita de un amigo, ni siquiera era su vivienda. En el momento que llegamos, había vecinos que habían intentado sacarlo. Me encuentro con su papá, porque yo hasta ahí no sabía quién era el nene, él me abrazó y me dijo ‘Ludmi sácame a mi hijo’. Cuando lo miré era un compañero de la vida que nos criamos juntos en el barrio donde yo era chiquita y le puso más adrenalina”, describió.
Luego del rescate, la servidora pública quedó preocupada con el estado del pequeño y decidió acercarse al hospital local para obtener mayores precisiones sobre su salud.
“Ayer tuve unas palabritas con él. Ya había vuelto de Bahía y salió todo bien gracias a Dios. Estoy esperando cuando le den el alta para ir y charlar un ratito a la casa”, manifestó ansiosa.
Ludmila indicó que fue tal la gratitud del papá del damnificado que estuvo durante toda la jornada llamándola y enviándole mensajes.
“Yo le dije que era lo que elegí ser, para lo que me capacito tanto. Las felicitaciones y los aplausos son en conjunto porque bomberos trabaja en equipo, sino está el respaldo del compañero uno solo no puede hacer nada”, subrayó.
Por último, hizo hincapié en su vocación y el sentimiento de servir a la comunidad; así como también en la formación interdisciplinaria a la cual los servidores públicos deben someterse.
“Yo siempre digo que la labor de los bomberos es ser un poquito de todo. De ser médico, de ser psicólogo, otro poco de policía, porque nosotros tenemos un poco de capacitación de cada área”, cerró.
Fuente TELEFE Bahia Blanca