Aquel pedacito de cielo

 

La pucha con este año. Se hay ensañado duro. Ahora se llevó al Ape, a don Héctor Apeseche, quien falleció en este martes frio de julio, acentuando la tristeza que nos lleva desde la mano desde hace casi dos años. A principio de año, su hijo, el Chaca, había partido dejando también su huella en la música de la ciudad.

El Ape, el milonguero callejero, el tanguero que arreó a la juventud uruguayense al dos por cuatro, el que arrancó a cantar a los 16 años cobrando “cuatro pesos” como recordaba hace poco.

Don Ape se paró con su garbo en todos los escenarios entrerrianos, llevando el tango con su manera personal, esa que traía desde su infancia, escuchando música en su casa, siempre música. Hasta que llegó el tango de la mano del cuartero de Luis Herling.

Y ahí arrancó una carrera que se convirtió en una leyenda del tango en Concepción y un gran exponente de la cultura popular de nuestra ciudad.

Los escenarios de Concepción, las veladas en los estudios de LT 11 y más acá en el tiempo las noches en la Rys o en los lugares donde un fueye arrancaba con su sonido quejumbroso.

El poeta Hugo Luna le realizó un exquisito reportaje que se puede encontrar en el canal de you tube de la UNER donde recuerda el primer tango que cantó: “ese que arranca así (y empieza a cantarlo) “Pobre manojito de flores que un día, Silenciosamente cambiamos los dos! Solo me han quedado las dos margaritas, Las dos margaritas del último adiós”.

Rodeado de sus discos de vinilos con los grandes del tango del país, que también integra el en nuestros corazones, don Ape sigue entonando un tanguito en las calles de Concepción, hoy un poco más frías y tristes