“El sentimiento Patriota le nació al oír el toque de clarín con el que el General San Martín llamara en 1812 al cuartel de la Plaza de Retiro, a los que quisieran seguirlo. Con tal sentimiento hizo toda su campaña del llano y de las cumbres, desde Montevideo hasta Ayacucho. En San Lorenzo, en Cancha Rayada, en Chacabuco , en Junín y en Pichicha su corazón latió firme al presentar batalla, se emocionó cuando su jefe proclamó la independencia de Chile y del Perú, y fue de los que batalló con Suárez, Necochea , Lavalle, Bruix, Bogado y tantos otros jefes. Desde Ayacucho regresó con sus compañeros, los últimos que quedaban del Regimiento de 1812, y depositó con ellos en la Capital de Mayo su arma libertaria. Y murió, silencioso, porque ya no servía para su destino.
DE RETIRO A SAN LORENZO…EL CAMINO HACIA EL TRIUNFO.
El 28 de Enero a la noche, parten desde el cuartel de Retiro, los 150 bravos acompañados por 100 Granaderos de infantería al mando del Tte. Cnel. Juan Bautista Morón (otro Juan Bautista en la historia sanmartiniana, como Baigorria, como Cabral) que el 3 de Febrero brillarían en el Combate de San Lorenzo.
En cinco días recorrieron 420 Km. a un promedio de casi 80 Km. diarios, casi todos en horario nocturno, para evitar ser vistos por el enemigo. Fue esta la ejecución de una marcha forzada sin par, ejemplo único en la historia militar.
Los Granaderos descansaron en San Pedro, y de allí marcharon a Rosario. Recorrieron las postas existentes a fin de renovar la caballada. Un día antes había salido rumbo a San Lorenzo, una carretilla con municiones y armas al mando de Larrazábal.
«La noche de 30 de enero de 1813, se oyeron ruidos extraños en las afueras del pueblito de San Antonio de Areco. Relinchos y el retumbar de cascos anunciaban un movimiento inusual cerca del «monte de nogales». Se acercaba un numeroso grupo de jinetes, vestidos de paisanos (fajina), llegaban exhaustos, sedientos ¿Quiénes eran?… un hombre alto, moreno, casi de 40 años era el Jefe de esos hombres jóvenes que cabalgaban.
Llegaron, se apearon y comenzaron a desensillar a la luz de la luna, en silencio. A pocas cuadras de allí el Cura párroco de la Capilla San Antonio de Padua, subía presuroso a la volanta que tenía dos farolitos con velas encendidas a ambos costados del pescante… el Sacristán cargó varias bolsas en el asiento junto al cochero y partieron raudamente.
Al acercarse al fogón, el fuego iluminó los rostros de los hombres que se entrevistaban secretamente bajo las ramas de un gran ombú: El Vicario Gómez y el Coronel José de San Martín.
Los hombres se abrazaron. Eran amigos desde hacía tiempo atrás. Los 120 Granaderos atendían sus cabalgaduras, limpiaban riendas, monturas, daban de beber a sus caballos, preparaban sus armas (lanzas y sables). Luego, distribuían la comida, cada uno portaba su ración de carne de cordero fría y galleta que había traído el Cura.
La misión era de extrema urgencia y confidencialidad. El Regimiento había salido desde El Cuartel del Retiro un par de días atrás. El camino sería cruzando el Río Areco, luego el Arrecifes… alguna Posta cerca de San Pedro, luego San Nicolás, el Arroyo del Medio, llegar a Rosario, costeando el Paraná para arribar al Convento «San Carlos» en San Lorenzo. Allí los ocultarían los Padres franciscanos y esperarían la hora adecuada para el Bautismo de Fuego: el Combate de San Lorenzo el 3 de febrero de 1813″.
EMETERIO CELEDONIO ESCALADA Y SUS VOLUNTARIOS… LOS OLVIDADOS DEL COMBATE DE SAN LORENZO.
Poco y nada se sabe sobre la actuación de éste grupo de paisanos devenidos en militares y su participación en el Combate de San Lorenzo del 3 de febrero de 1813. Sin embargo, su actuación tuvo que haber sido importante para que el propio San Martín recomendara su comportamiento al gobierno: “que demostraron valor y amor al país”.
Se ha expresado en muchos trabajos que los milicianos participaron solamente en cuidar heridos o custodiar el convento. El parte mismo de San Martín nada dice de los milicianos ni mucho menos de su cañón de montaña que sabían manejar con pericia. No obstante, San Martín, en su segundo parte del 6 de febrero recomienda «al comandante Escalada y al teniente Piñero, por haber prestado cuantos servicios han sido necesarios».
Asimismo, el parte confeccionado por el comandante realista el Capitán General Rafael Ruiz y Ruiz, al jefe de la Plaza de Montevideo, menciona a combatientes milicianos con un cañón de campaña en el medio de la refriega.
Pero lo más trascendente y con mayor valor es el testimonio del prisionero español Francisco Guillot, quien afirma en su obra «Episodios de la Independencia» que Escalada y los milicianos ocuparon el centro «de las fuerzas comandadas por San Martín» y que cuando el jefe de los realistas gritó «¡Viva el Rey!», Escalada gritó «¡Viva la Revolución!», dando de esta manera comienzo al combate.
En el parte de San Martín fechado el 6 de febrero también consta oficialmente que esa «compañía armada de 22 fusiles, y el resto de chusa y algunos sablecitos y pistolas… y 30 hombres más, también armados de chusas, y algunas pistolas… y cañoncitos de montaña», combatieron en San Lorenzo.
«La parte del terreno que el cañón debía recorrer ante la vista del enemigo, era de fácil transitabilidad, lo que hacía ventajoso su avance o retroceso, según la conveniencia de una u otra operación. El cañón actuó en una zona particularmente expuesta a las fluctuaciones del combate y fue maniobrado por los milicianos, únicos experimentados en su manejo. Escalada, que conocía perfectamente el terreno, debió indicar con anticipación a San Martín los lugares que la pieza ocuparía durante la lucha, según fueran los movimientos del enemigo. Las columnas realistas, apoyadas eficazmente por la artillería de sus buques, avanzaron con rapidez, ya que apenas eran molestadas por el fuego del pequeño cañón.
“El enemigo ha mordido el anzuelo. La pieza de los milicianos retrocede, y los invasores continúan avanzando. Es entonces cuando hace su aparición San Martín. Y también entonces es que se pone en evidencia con cuánta habilidad ha organizado el intrépido coronel su ataque, y cuán decisivo ha sido para el éxito la intervención del pequeño cañón miliciano.»
El libertador mando a tocar a degüello a su Clarín Lino Guillermo y montando el bayo que le regalara un día antes Don Alfonso Rodrigáñez comando la columna dela izquierda y el capitán Justo Bermúdez la de la derecha, y en una intrépida carga en unos pocos minutos lograron una victoria total sobre la tropas realistas, no sin pagar precio a la victoria, ya que allí dejaron su vida:
Primera Compañía del Primer Escuadrón
JANUARIO LUNA , hijo de Crespín y de Mónica Amaya, natural del Partido de Guzmán, San Luis; soltero;
JUAN BAUTISTA CABRAL, hijo de Francisco y de Carmen Robledo, natural de Saladas, Corrientes; soltero;
BASILIO BUSTOS, hijo del Granadero Lorenzo y de Luisa Rodríguez, natural de San Luis, Partido de Renca; soltero;
FELICIANO SILVA, hijo de Francisco Antonio y de Florenciana Navarro, natural de Corrientes; soltero;
Segunda Compañía del Primer Escuadrón
RAMÓN SAAVEDRA, hijo de José Lorenzo y de María Juana Díaz, natural de Santiago del Estero; casado;
BLAS VARGAS, hijo de Martín y María de los Santos, natural de La Rioja; soltero;
Primera Compañía del Segundo Escuadrón
Cabo RAMÓN ANADÓN, hijo de Ramón y de Francisca Sosa y Cabral, natural de Montevideo; soltero;
JOSÉ MÁRQUEZ, hijo de Agustín y de Juana Méndez, natural de Tulumba, Córdoba; soltero;
Segunda Compañía del Segundo Escuadrón
Sargento DOMINGO POURTAU, hijo de Bernardo y de Catalina Gazave, natural de Labarthe-Riviere, Saint Godens, Altos Pirineos, Francia; soltero;
JOSÉ MANUEL DÍAZ, hijo de Juan Antonio y de María Barroso, natural de Córdoba; soltero;
JULIÁN ALZOGARAY, hijo de Vicente y de Josefa Coria, natural de la Villa de San Martín, Quillota, Chile; soltero;
DOMINGO SORIANO GUREL, hijo de Juan Gil y de Justa Herrera, natural de la ciudad de La Rioja; soltero;
JUAN MATEO GELVES, hijo de Luis y Francisca Vielma, natural de la Cañada de Escobar, Buenos Aires; soltero;
Segunda Compañía del Tercer Escuadrón
JOSÉ GREGORIO FRANCO FREDES, hijo de Eduardo y de María Liberata Fredes, natural de San Luis, partido de Renca; soltero;
Oficiales
Capitán JUSTO GERMÁN BERMÚDEZ, hijo de José Andrés y de Juana García, natural de Montevideo, Uruguay, fallece el 14 de febrero de 1813 en San Lorenzo; casado;
Teniente MANUEL JOSÉ DÍAZ VÉLEZ, hijo de Francisco y María Petrona Aráoz, natural de Buenos Aires. En esta ciudad fallece en 20 de mayo de 1813; casado;
Elías Almada
DNI 14936811
Fuentes:
“Granaderos de San Martin en San Lorenzo” Roberto Colimodio Galloso y Julio Romay
Granaderos Bicentenarios, «San Antonio de Areco.com». Revista de la Escuela Superior de Guerra de mayo-junio de 1973, autor, Marcelo Bazán Lazcano,
