Habrá quienes lo idolatran y quienes nunca lo querrán, pero su muerte no pasó desapercibida para nadie y en todos los rincones del mundo se habla de él, tanto en lo que fue como figura mundial del fútbol, como en su vida pública y particular.
Las historias del “Diego” sin dudas son interminables, miles y miles de anécdotas, innumerables frases que quedarán por la eternidad y acciones que también demostraban que jamás olvidó sus orígenes.
En esto es lo que se refleja lo sucedido allá por el año 1996, cuando Concepción del Uruguay sufría una grave inundación y esta información llegó a sus oídos. Fue en ese momento que el “10”, pese a estar en el extranjero, no dudó en hacer llegar su ayuda a la comunidad.
Esto fue lo que contó la dirigente política uruguayense, Marilín Flores en su Facebook, la historia que muchos desconocían, pero que más allá de los errores que pudo cometer, Maradona no dejaba de ver quiénes eran los que más necesitaban.
El relato de Marilín comienza diciendo:
“COMPARTIR ESTA HISTORIA DE CONCEPCION DEL URUGUAY Y LOS MARADONA”
Corría 1996, estábamos en el Gobierno Municipal, tuvimos 8 meses de inundación.
Yo ejercía la Secretaria de Gobierno, el Presidente Bermúdez padecía un terrible accidente.
Tuvimos la noticia que enterado DIEGO MARADONA de la inclemencia de la ciudad, por la inundación, avisaron que vendrían dos colectivos.
En uno Claudia Villafañe, Dalma, Gianinna, sus compañeros de Colegio y sus abuelos Don Diego y Doña Tota.
El otro colectivo repleto de mercadería de primera, zapatillas, equipos, sabanas, frazadas, ropa de calle, zapatos y alimentos.
Me tocó recibirlos, frente a la Municipalidad vieja, reunidos arriba del colectivo, los agradecimientos en nombre de Bermúdez y decirles porque esto de donar en una inundación, sobre todo, decirles a los compañeros de Colegio de las chicas.
Fue una indicación de Diego quien estaba en el exterior, que enterado de los 8 meses de esta ciudad bajo agua ese año, y por sobre todo porque cuando era niño una inundación llegó a su casa, de donde los evacuaron, pero jamás se le fue la imagen de su papá, Don Diego, en el techo de la casa donde quedó, esos días, para cuidar sus cosas, cuando ellos se iban.
Cuando se iba Diego niño, no dejaba de mirar la imagen de su padre.
Fue una jornada pletórica de emociones.
Inolvidable.
También ese día, terminé mis palabras diciendo GRACIAS DIEGO