Juan Larrea: De los negocios poco claros a  poner su fortuna al servicio de  Patria

Un 20 de junio pero de 1847 murió el último sobreviviente la Primera Junta de Gobierno Patrio, Don Juan Larrea, había nacido Mataró – Cataluña el 24 de julio de 1782, estableciéndose en el Rio de La Plata luego de fallecer su padre, Martín Ramón Larrea, en 1793, su madre fue Tomasa Espeso, se dedicó al comercio  de vinos, azúcar y cueros,  logrando reunir una gran fortuna, vinculándose con el grupo comercial de puerto de Cádiz que dirigía Martin de Álzaga, hay quienes sostienen que el contrabando no fue ajeno a sus negocios.

Sin embargo En 1806 fue uno de los fundadores del Regimiento de Voluntarios de Cataluña, (junto con Jaime Nadal y Guarda, Jaime Lavallol y José Olaguer Reynals), de lucida actuación durante las invasiones inglesas, el mismo Larrea combatió con el grado de Capitán de Milicias, y  tanto la formación como el sostenimiento desde lo económico del mismo corrió por cuenta de él, ocupando ese mismo año el cargo de síndico del consulado.

En enero de 1809, durante la asonada de Álzaga, fue uno de los candidatos a vocales de la primera junta de gobierno porteña, que no llegó a formarse.  A consecuencia de esto fue destituido de su cargo del consulado y sufrió su primer  destierro, siendo perdonado por el virrey Cisneros luego de que este reemplazara a Liniers, se vincula luego con la Sociedad secreta en la que militaban personajes como Belgrano, Castelli y Rodríguez Peña  y si bien no estuvo presente  en el Cabildo del 22 de mayo la influencia de Álzaga lo hiso vocal de la Primera Junta, transformándose en asesor económico de Mariano Moreno,  fue uno de los que votó a favor de los fusilamientos de Córdoba que incluyeron a Liniers. Tras la muerte de Moreno, Cornelio Saavedra, cuando ya la Primera Junta se había transformado en la Junta Grande, tomó la decisión de  licuar al bando morenista  reunido en la Sociedad Patriótico y tomar el control del gobierno, Larrea sufre otra vez  el destierro.

Reaparece con el Segundo Triunvirato, ofreciendo una compra de fusiles americanos con un sobreprecio importante, que pese a la oposición de Juan José Passo se aprobó.

Después de participar en la Asamblea del Año XIII como representante de Córdoba (ciudad en la que no había vivido) reemplazó al triunviro José Julián Pérez. (Durante  la Asamblea  fue presidente de las sesiones por  3 días y estableció la extinción de los títulos nobiliarios en el territorio nacional, la prohibición del uso de torturas y la creación de un instituto de formación militar, entre otras medidas. Lleva su firma el acta que declaró canción patria al Himno Nacional. Fue el autor de la ley de Aduanas sancionada por la Asamblea, que liberaba de derechos a las máquinas, libros, imprentas y artículos de guerra). Sin Álzaga ni Moreno, Larrea unió su destino político a Posadas y Alvear, dentro de la logia Lautaro. Su lealtad fue premiada con el Ministerio de Hacienda durante el directorio del primero. Una de las acciones más decididas que encaró fea la conformación de una flota, tarea de la que se encargó su socio comercial Guillermo Pío White, también  contribuyo en la fabricación de armas y la formación de un batallón de caballería, en esta empresa perdería la mayor parte de su fortuna. Tampoco acá  faltaron dudas  y sombras sobre su gestión en la compra y venta de pertrechos por lo que con la caída de Alvear le fue confiscada lo que le quedaba de su fortuna y debió emigrara Montevideo. Luego partió a Burdeos donde Pueyrredón lo designo cónsul, regresó a  Buenos Aires,  con el objetivo de armar una flota para comercializar con Francia con el aporte de su hermano Ramón.

Dorrego lo nombro nuevamente Cónsul en Francia, gestión durante la cual consiguió que este país reconociera la independencia de las Provincias Unidas.

Vicente López, quien lo conoció personalmente, afirmaba que Larrea se había «enredado en todas las travesuras políticas del Río de la Plata».

De regreso a Buenos Aires se encontró que gobernaba Juan Manuel de Rosas, quien no le tenía mucha simpatía,  lo obligo a renuncia a su cargo y además le cargó con numerosas multas e impuestos su taller naval, por lo que  abatido por las deudas se suicidó con una navaja el día 20 de junio de 1847, su muerte no tuvo repercusión alguna,  fuera sepultado en el cementerio de la Recoleta y hoy sus restos se han perdido.

Elias Antonio Almada