«Sus ojos se cerraron» tras cantar por última vez en Concepción

El lunes 24 de junio de 1935 el avión en el que viajaba cayó cerca de Medellín, Colombia y terminó con su vida. Su tumba, aún hoy, se encuentra en el cementerio de la Chacarita y es visitada por numerosos turistas y su gente que aún lo venera. La historia dice que cantó por última vez en nuestra ciudad.

La leyenda que cuenta que Carlos Gardel caminó la calle, hoy Juan Perón, desde  el Hotel París, frente a Plaza Ramírez, hasta donde se encontraba el entonces Teatro Avenida, donde ahora reinan las góndolas de un supermercado.

Peinado tirante con la raya bien marcada, los zapatos lustrosos y brillantes enfilaron hacia el Teatro Avenida, el entonces imponente edificio dedicado a las artes, el cine y la música, que se levantaba a pasitos de Plaza Constitución. Los pibes le dejaban su saludo y los más grandes le pedían una entrada, un lugar, una orden al portero para que los deje pasar. Gardel los miró, les sonrió.

Destacando que fue la última presentación del Zorzal en el país, ya que desde La Histórica cruzó en lancha hacia Paysandú para luego tomar el avión rumbo al ya inevitable destino. Gardel llegó a Concepción un día antes en tren. La muchachada ya lo esperaba en los andenes, ansiosos de comprobar en vivo y en directo la famosa pinta del cantante.

Los relatos periodísticos hoy amarillos cuentan una anécdota de don Pedro Rigalí, que supo tener su peluquería y venta de diarios. Con un amigo llegaron hasta Gardel para saludarlo “Maestro, qué gusto” fueron las temblorosas palabras de los uruguayenses, recibiendo una afectuosa respuesta y el pedido de un fósforo para “prender el faso”.

El fósforo salió de la nada rumbo a las manos del Zorzal. En una imagen que sirve para agrandar aún más su figura, levantó uno de sus pies, frotó en la suela para que la llama del fósforo alumbre aún más el asombro de los muchachos.

Dicen que Gardel cantó esa misma noche, regalando otro gesto de los que aún agrandan su innegable figura de mito y cantor popular por excelencia, al dejar entrar a unos 30 muchachos que no tenían el peso para la entrada. Las crónicas de los memoriosos afirman que el Zorzal le pidió a Don Pedro, quien cortaba las entradas en el Avenida si “no podrás hacer entrar a estos muchachos”. Y fue una orden para cumplir, para los los muchachos pudieran ver a la leyenda en vivo a pesar de la falta de los centavos pa completar el peso.

Tres meses más tarde, el 24 de junio del 35, país se sumergía en una de sus mayores tristezas cuando llegaba la noticia de su muerte desde Medellín.

El Teatro Avenida

El edificio del original Teatro Avenida aún existe en Concepción, ahora es un supermercado, que conservó su fachada intacta.  Además del Teatro funcionó después el Gran Cine Rex por varias décadas, hasta transformarse en los albores de 1990 en un boliche bailable. Las añosas butacas de madera y felpa desaparecieron, para dar paso a una pista de baile central, el foso de la orquesta, al pie del escenario. En el ingreso al lugar, un cuadro con la cara sonriente del Zorzal y un escrito, recuerdan su actuación en su ya desaparecido escenario, donde aún parece escucharse su voz.

Carlos Gardel nació un 11 de diciembre y ya de joven se convirtió en cantor habitual de reuniones y cafés. Con casi 21 años, conoció a José Razzano, apodado «El Oriental» por ser uruguayo, con quien formó un dúo de canciones criollas. Al binomio se lo conoció como «El Morocho y el Oriental».

En 1912 grabó quince canciones para el sello Columbia Records (luego CBS y, más tarde, Variety), acompañándose él mismo con su guitarra. El primero de los temas, «Sos mi tirador plateao», lo volvería a grabar más tarde con el título de «El tirador plateado». El repertorio aún se componía de canciones criollas. En 1917 fue el primer cantor oficial de tangos, al estrenar el tango-canción «Mi noche triste» (de Samuel Castriota y Pascual Contursi), ya que, hasta entonces, el tango era sólo música sin letra. Ese mismo año filmó y estrenó su primera película, «Flor de durazno», e inició su etapa discográfica junto a José Razzano con el sello Disco Nacional (luego Odeón, hoy EMI) y el tema de Ángel Villoldo, «Cantar eterno».

En los años ’20 llevó el tango por Europa, haciéndolo conocer en España y Francia. En 1925 se separó amistosamente de «El Oriental», José Razzano. Desde su regreso a Argentina en 1926 se dedicó casi exclusivamente a la fonografía. En los años ’30 ya era una figura célebre en Argentina, Uruguay y en varios países europeos, motivo por el cual la empresa cinematográfica Paramount Pictures Corporation lo convocó para protagonizar cuatro películas, rodadas en Joinville, Francia. Entre 1934 y 1935 conquistó el mercado de Estados Unidos, donde grabó discos, cantó en radio y filmó películas muy exitosas que extendieron su fama a toda América, todas ellas dentro del género musical y destinadas a su lucimiento como cantante. Luego llegó la gira por Centroamérica en 1935: Puerto Rico, Venezuela, Aruba, Curaçao y Colombia (donde murió).

FUENTE: Bio Gardel.gov.ar