La vanguardia vigente de Leopoldo Marechal

 

(Buenos Aires, 11 de junio de 1900 – 26 de junio de 1970)

En un junio gris, frio y triste, con ms penas que alegría,  más lamentos que sonrisas, recordamos  a este  poeta, dramaturgo, novelista y ensayista argentino, autor de Adán Buenosayres, una de las novelas más importantes de la literatura argentina del siglo XX.

Fue bibliotecario, maestro, profesor de enseñanza secundaria y en la década de 1920 formó parte de la generación que se nucleó alrededor de la revista Martín Fierro, escritores que también fueron conocidos cómo grupo Florida por publicar y reunirse en lugares cercanos a esa calle como la confitería Richmond, en contraposición al grupo Boedo que publicaba en la Editorial Claridad y se reunía en el Café El Japonés en avenida Boedo, ambos grupos supuestamente mantuvieron una confrontación dialéctica, aunque Borges sostendría posteriormente que no era tan así, y los  límites  de estilos artísticos entre ellos nunca estuvieron  demarcados con nitidez y hasta algunos de sus miembros como Raúl Gonzalez  Tuñón participaban de la tertulias tanto del Florida como el Boedo, fueron en  si los dos grupos parte del vanguardismo argentino.

El Grupo de Florida se caracterizó fundamentalmente por la búsqueda de innovaciones vanguardistas relacionadas con las formas, como el cuestionamiento a la métrica y la rima en la poesía, apoyaron el surrealismo, el dadaísmo, el ultraísmo y en general todas las corrientes de vanguardia europeas de la época.  Mientras que el grupo Boedo se caracterizó fundamentalmente por la búsqueda de innovaciones vanguardistas relacionadas con los contenidos, incluyendo las temáticas sociales, obreras y políticas, siempre desde una perspectiva de izquierda, generalmente socialista.

En la primera etapa de su vida literaria prevaleció la poesía: publicó Los aguiluchos (1922) y Días como flechas (1926), inclinándose hacia el vanguardismo, pero en sus Odas para el hombre y la mujer (1929), libro con el que obtuvo el Primer Premio Municipal de Poesía, afirma su voz propia y el equilibrio entre la novedad y lo clásico. Viaja a París  y se relaciona con Aquiles Badi, Alfredo Bigatti, Horacio Butler, Juan del Prete, Raquel Forner, Víctor Pissarro y al escultor José Fioravanti. En 1941 obtuvo el  Premio Nacional de Poesía, con sus libros de poesía Sonetos a Sophia y El centauro (ambos de 1940). En ese mismo año edita el libro de texto Historia Argentina de Carlos Emilio Cánepa, adaptándolo a los nuevos programas de educación.

En1948 publica su obra mayor, La novela Adán Buenosayres, dividida en 7 partes o “libros” tal cual la define el mismo, los primeros cico escritos en tercera persona y los últimos dos en primera, en eso primeros 5 libros narra las vicisitudes de Adán Buenosayres en el lapso comprendido entre un jueves santo y un domingo de resurrección transcurridos desde el 27 hasta el 29 de abril de un año indeterminado sobre la década de 1920, los últimos 2 funcionan como apéndices y están contados  por el personaje central,  el poeta Adán Buenosayres, claro alter ego del autor, como si fuesen obras suyas, contiene claras referencias autobiografías, al protagonista lo acompañan en algunas de las aventuras amigos y compañeros del grupo martinfierrista de los años 20 con nombres en clave (Pereda es Jorge Luis Borges, Samuel Tesler es Jacobo Fijman, Schultze es Xul Solar, el petiso Bernini es Raúl Scalabrini Ortiz, etc.).

Así la obra toca registros impensados que van del humor a la epopeya y de la tragedia al sainete, con un lenguaje eximio y por momentos deslumbrante, es oportuno recordar que  en sus viajes a Maipú, siendo niño, se ganó el apodo de Bueno Aires, por ser el único del grupo de chicos que se reunía a jugar que era de  esa ciudad. Si bien  tuvo duras críticas por parte de  Eduardo González Lanuza y Enrique Anderson Imbert entre otros, es julio Cortázar el que resalta los valores positivos de la obra de Marechal.

Cuando Juan Domingo Perón fue elegido presidente en 1946, Leopoldo Marechal, siendo cercano a las ideas del peronismo, ocupó la dirección General de Cultura y luego la de Enseñanza Artística, donde permaneció hasta el golpe de Estado de 1955, que impuso la autodenominada Revolución Libertadora, que se caracterizó por la persecución política al peronismo y la censura. Durante las sucesivas dictaduras de Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, permaneció proscripto militando activamente en la resistencia peronista. En 1956 Marechal redactó junto con el general Juan José Valle una proclama titulada “Al pueblo de la Patria”, luego se exiliaría en Chile. Recién a mediados de la década de 1960 volvió a publicar. En 1965 editó El banquete de Severo Arcángelo y el ensayo La Autopsia de Creso. En 1966 publicó Heptamerón y Cuadernos de navegación. En 1967 fue invitado por el gobierno cubano para ser  jurado del premio Casa de las Américas.

La trascendencia de Marechal tiene que ver no solo con la calidad de su obra, sino también porque en el momento del auge de “Florida” y “Boedo” principalmente toda actividad adquiría auge nacional  si se llevaba a cabo en Buenos Aires, allí estaban las editoriales, los medios de prensa escritos de “tirada” nacional, las cabeceras de las cadenas de radio, y allí llegaban  los principales poetas extranjeros, quien no era de Buenos Aires o no podía llegar a ella, difícilmente tuvieran reconocimiento o este les llegaba mucho después que a los que si  podían pisar suelo porteño, en cualquier área no solo literaria u otra rama de la cultura. Preeminencia  que  hasta el día de hoy en muchos aspectos se mantiene, nuestro federalismo constitucional, es un mero unitarismo real.

Las hijas del poeta crearon la Fundación Leopoldo Marechal, que tiene como objetivo preservar y difundir la obra de Marechal y de los autores de la generación martinfierrista.

Elías Almada

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