Concepción del Uruguay, su aniversario

La ciudad celebra un año más de su fundación, de una vida fecunda y trascendente en la historia de la Provincia y la Nación. La podemos describir desde ese aspecto y realmente llenar páginas y páginas como tan maravillosamente lo hiciera en su momento el Profesor Urquiza Almandòz, del mismo modo que si tomáramos cualquier aspecto particular dentro de su historia general; la influencia de su colegio en la vida política del país, del conjunto de sus entidades en la educación y formación de hombres y mujeres, de su desarrollo económico con sus vaivenes incluidos, de sus personales típicos y de sus visitantes y sus moradores temporales.
Alguien de quien se sabe poco de su estancia en nuestra ciudad es nada menos que Manuel Maximiliano Alberti, unos de los vocales de la Primera Junta de Gobierno Patrio, nació en Buenos Aires el 28 de mayo de 1763, sus padres eran Antonio Alberti Fulle, natural del municipio de Garrezzi o Guerrechi (Italia) y la Porteña Juana Agustina Marín Pérez de Velasco, realizó su estudios iniciales en el Real Colegio de San Carlos, obteniendo el doctorado en Teología y Cánones el 16 de julio de 1785, en la Universidad de Córdoba, destinado a Parroquia de la Inmaculada Concepción en Buenos Aires , para luego ser designado como Teniente Cura de Concepción del Uruguay, durante unos tres años antes de 1790 en que se lo trasladó a Magdalena (Pcia. de Buenos Aires).
Según relata Sergio Prudencstein, en una recopilación de datos sobre el sacerdote, Alberti llego al Río Uruguay acompañado por un ayudante Augusto Morea y un grupo de mulatos, que era un inquieto intelectual que leyó a Voltaire y su “Tratado sobre la Tolerancia” (uno de los libros prohibidos por la Iglesia en esos tiempos) y que no le fue fácil aceptar su traslado a Buenos Aires, inclusive su ayudante Morera quedo afincado en la zona.
Dirigió luego la casa de Ejercicios espirituales, en el mismo solar que su familia donara a la Iglesia, luego fue enviado a Maldonado, encarcelado durante las invasiones inglesas, al ser liberado su compañero Morera estuvo para recibirlo, lo acompañaría un tiempo más hasta su muerte ocurrida al salir de viaje desde Buenos Aires posiblemente hacia Concepción del Uruguay o Córdoba, impulsado probablemente por el Saavedrismo integró la Primera Junta, pero ya siendo miembro de la misma se relacionó con Moreno, colaborando en la fundación de La Gazeta de Buenos Aires, aunque manteniendo una independencia de criterio, fue el único miembro que voto en contra de la condena a Liniers y los fusilamientos consecuentes y diferenciándose de Moreno a favor de la incorporación de los diputados del interior para transformarla en La Junta Grande.
Fue el primero de los miembros de la Junta en morir, el 31 de enero de 1811, debido a un síncope cardíaco, aunque algunos historiadores duden de esta versión, sus restos sepultados en la iglesia de San Nicolás, que se hallaba en el sitio que actualmente ocupa el Obelisco de Buenos Aires, y que fue destruida en 1936 para construir la Avenida 9 de Julio, nada se sabe de sus restos presumiéndose que quedaron debajo de la nueva construcción.
Elías Almada
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