Por los motivos por todos conocidos la temporada de la Liga Argentina de Básquetbol quedó trunca y para Tomás de Rocamora fue tiempo de cerrar el balance que pese a todo dejó saldo positivo. Fueron 30 partidos solo de la Fase Regular y para el entrenador Juan Manuel Varas las sensaciones van en ese sentido más allá que se lleva el interrogante de cuánto más podría haber dado su equipo. El Rojo se despidió con una racha de siete triunfos en fila y con la idea de que podían darse muchas más alegrías.
Para este plantel de Rocamora esta temporada asomaba como un verdadero desafío porque en la anterior se había hecho la mejor campaña de la historia en la categoría, con mayoría de triunfos sobre derrotas en Fase Regular y récord final, el primer avance en una instancia de playoffs y la posibilidad de haber podido jugar la segunda edición del Súper 4. La Primera Etapa costó más, en la Segunda se venía dulce pero llegó la Terminación Temprana y entonces la hora de hacer un análisis final saltó precipitadamente a escena.
“La reflexión final sobre la temporada es extraña, en todos los términos. Porque es un final sin resultados, frenada de manera abrupta donde las sensaciones iniciales son de incógnita; de lo que podría haber sido”, comenzó diciendo el entrenador Juan Varas al otro lado del teléfono.
Y, enseguida, agregó: “Después sí podemos analizar lo que fue el transcurso de la temporada, cómo la iniciamos, con qué idea, qué dificultades encontramos, cómo intentamos sobrellevarlas en cuanto a los roles y las características de los jugadores y el equipo; cómo tuvimos que transformarnos y cómo fuimos aprendiendo a lo largo de la misma. El resultado final, como dije, es la mayor incógnita para dar por finalizado todo el proceso”.
Varas señaló luego que “en lo personal estoy muy conforme con el grupo humano que contratamos, estoy muy conforme con seguir dándole a jóvenes jugadores un lugar en la categoría para que se puedan potenciar; generarles el compromiso con la institución y con nuestro cuerpo técnico para que sean el mejor jugador posible dentro del tiempo que estén con nosotros, generando un vínculo mayor al deportivo”.
“Cuando uno contrata jugadores jóvenes y la exigencia profesional y del campeonato requiere un nivel de concentración extremo en cierto momento tenemos que corrernos de esa presión deportiva y también abarcar los procesos personales de cada uno para que puedan disfrutar de esta profesión y entender que la adversidad es algo que está muy presente en esta Liga tan dura como es la Argentina”, añadió.
En la parte final de su balance, dijo: “Así que con el último envión de siete triunfos consecutivos claramente las sensaciones son positivas respecto del final de la temporada. Pero, en innegable no haber visualizado un futuro todavía mejor para lo que era la vida del equipo. Es verdaderamente difícil centrarse en el análisis porque es un trabajo que en gran parte quedó inconcluso”.
De sus 30 partidos, Rocamora ganó 5 y perdió 7 en lo que fue la Primera Etapa (41.7%). En la Segunda, con esa gran racha de siete triunfos en fila, terminó sumando 10 éxitos contra 8 caídas (55.6%). De esta forma quedó con un score 15-15 (50%). Al momento del corte de la competencia estaba en el undécimo lugar de la Conferencia Sur pero con dos, tres y hasta cuatro partidos menos de varios rivales.
Ignacio Gerbaudo, David Jelks, Galo Impini, Justo Catalín y Matías Caire fueron los cinco que estuvieron en los 30 juegos; los tres últimos son jugadores formados en el club. Gerbaudo y Mauro Araujo quedaron en el Top Five final en el rubro robos con un porcentaje de 1.830 y 1.800 respectivamente. Araujo fue el goleador del equipo con un promedio de 16.4 puntos por juego, seguido por Cristian Romero (12.6) y Jelks (12.2). Matías Caire también llegó al doble dígito con 11.1 puntos
Finalmente hay que destacar que en esta temporada que pasó hicieron su debut en el equipo los Juveniles Tomás Lutter, Mateo Larrea, Joaquín González, Valentino Occhi e Ignacio Respaud.
Fotos: Carlos Lozano
Mauricio Galarza
Prensa Rocamora